jueves, 26 de septiembre de 2013

¿QUÉ SON LOS DERECHOS HUMANOS?







Son los atributos, prerrogativas y libertades que se le reconocen a un ser humano por el simple hecho de serlo, e indispensables para una vida digna. Sin ellos no es posible un desarrollo civilizado de personas y de pueblos, en el que prevalezcan la libertad, el respeto al derecho del otro, la justicia, la equidad, la tolerancia y la solidaridad.






La Declaración Universal de Derechos Humanos es un acontecimiento renovador. Constituye la más grande prueba histórica de consenso mundial sobre un determinado sistema de valores, aceptado libre y expresamente, a través de los estados nacionales, por la mayor parte de las mujeres y los hombres que habitan la Tierra.






Los derechos humanos han sido reconocidos como garantías individuales y sociales en las normas jurídicas de la historia moderna; por ejemplo, en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y la particular de Jalisco, en las convenciones y tratados internacionales, en su mayoría suscritos por el Ejecutivo federal y ratificados por el Senado de la República, con plena vigencia como ley suprema, y en los principios universales del derecho. La Suprema Corte de Justicia de la Nación declaró hace poco que los tratados firmados por México están por encima de las leyes federales y locales.






Los derechos humanos se fundamentan en la dignidad de la persona. Por eso todo ser humano, sin importar su edad, religión, sexo o condición social, goza de ellos.






Los derechos humanos son las facultades, prerrogativas y libertades fundamentales que tiene una persona por el simple hecho de serlo, sin los cuales no se puede vivir como tal.






El Estado no sólo tiene el deber de reconocerlos, sino también de respetarlos y defenderlos; concretar su actuación a los límites señalados por la ley, la cual le impone en determinados casos la obligación de no hacer o actuar con el fin de garantizar a los individuos la vigencia de sus libertades y derechos consagrados en la Constitución.






En otras palabras, los servidores públicos sólo podrán hacer aquello que la ley expresamente les faculta, a diferencia de los ciudadanos, que podrán hacer todo aquello que no les esté prohibido.


Este control pretende limitar la actuación de los agentes del Estado y evitar así arbitrariedades en su actuación.






EI hombre define el contenido del bien espiritual de varias maneras. Esto puede consistir en las virtudes cardinales de fortaleza, templanza, justicia, caridad, verdad, y demás. La interpretación del bien espiritual depende de los conceptos religiosos de la sociedad en que viva el hombre. Así, también, al considerarse a sí mismo como un ser exaltado, el hombre admite, en su idealismo, que existen formas de conducta que él cree inferiores a su condición o estado.






Una sociedad avanzada piensa acerca de la vida humana en términos de libertad de conciencia, de palabra y de persona. Se considera que se halle por debajo de la condición humana del hombre el vivir según sus apetitos e instintos únicamente, sin refrenar sus propias pasiones.






El ser humano inteligente es consciente de la evolución biológica y social. Es consciente de que el hombre, desde el punto de vista orgánico, es otro animal; pero que, desde el punto de vista colectivo, se ha elevado al nivel del homo sapiens, al nivel del ser inteligente razonador. El hombre moderno conoce igualmente las llamadas distinciones que existen entre los pueblos bárbaros de los tiempos antiguos, la sociedad de la Edad Media y la progresista civilización actual.






La palabra progresista se emplea para indicar también el desenvolvimiento e iluminación moral. Por lo tanto, aquél que no se esfuerce en conformarse a todo la que sea representativo de este avance, es considerado como alguien que ha retrocedido. Fracasa en manifestar lo que se considera que es la esencial de la dignidad humana.






Un problema psicológico






Existe también un problema psicológico que entra en este tema de la dignidad humana. Es el conflicto existente entre lo que uno es y lo que se espera que uno sea. Sigmund Freud ha explicado esto de una manera notable en su teoría del psicoanálisis: Divide al ser humano, psicológicamente, en tres categorías: el id, el ego y el súper ego.






El id es todo lo que constituye las fuerzas vitales, las inclinaciones y pasiones inherentes a la naturaleza humana. El ego es la expresión propia, el esfuerzo por adaptarse al mundo en que el individuo se encuentra. El súper ego es el resultado de la influencia del mundo, sus normas morales y su imposición sobre la conducta del individuo.






Todos los hombres no se dan cuenta de una manera afín, esto es, no son conscientes, de los altos valores que una sociedad avanzada atribuye al ser humano. No pueden sentirse de acuerdo con todos los ideales abstractos que una sociedad propone como significativos de la dignidad humana. Hay aun mucho del animal en el hombre.






Cuando ciertos tipos de hombres ponen de manifiesto la crueldad, en realidad están siendo lo que ellos son. No pueden, o ni siquiera han intentado, dominar sus impulsos. Si adoptan la conducta y dignidad de la civilización en que viven, para ellos esto es una cosa falsa. Es tan sólo una máscara superficial que se arranca fácil y alegremente en todo momento en que se encuentren libres de tal conducta.






En su psicología, Freud da por sentado, y con cierta justificación, que en muchos casos las limitaciones y restricciones de la sociedad, las demandas de la dignidad humana, constituyen una causa que contribuye a la creciente perturbación emocional y enfermedad mental que existe en la población mundial. Un individuo puede tener lo que se denomina una conciencia muy fuerte. Esto significaría un fuerte deseo de ser aceptable, tanto moral como socialmente; el obrar de la manera que la sociedad considera como adecuada.






Sin embargo, contrariamente, sus instintos primitivos, sus apetitos y pasiones pueden impulsarlo a obrar de una manera que es condenada como inmoral. Es entonces criticado como persona que actúa por debajo del nivel de la decencia y la dignidad humanas.






No es posible prescribir acertadamente una legislación de la dignidad humana y establecer la que constituye las acciones elevadas a las que todos debemos consentir. La dignidad humana tiene que ser primeramente subjetiva. El individuo debe aspirar a alcanzar altos logros en la conducta humana. Debe llegar a persuadirse de que toda norma inferior desacredita a su naturaleza, a su personalidad y a sí mismo.






Todas las imposiciones de dignidad humana son artificiales, a no ser que sean primeramente concebidas por el individuo mismo, aún cuando éste se vea obligado a aceptarlas por el bienestar de la sociedad en general Existen, sin embargo, con relativamente escasas excepciones, ciertos adelantos que los hombres han logrado como seres humanos. Estos adelantos pueden, pues, ser aceptados como la base de la dignidad humana. Privarse de ellos significa perder los frutos de la larga lucha que ha tenido el hombre tanto consigo mismo como con su medio ambiente

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