miércoles, 18 de septiembre de 2013

Conclusiones sobre Justiniano



CONCLUSIÓN






Para concluir podemos afirmar que es inminente la labor codificadora y legislativa que realizó Justiniano durante su presencia física en Roma, escribiendo el código antiguo, el digesto, la instituciones, el código nuevo y las novelas, que luego vendrían a formar parte del corpus iuris civilis.






Es increíble el solo hecho de imaginar como Justiniano recuperó de la decadencia en que se encontraba la jurisprudencia realizando las compilaciones que permitieron sobrevivir y servir de base para la mayoría de los sistemas legales de los países occidentales.






Otra forma en que se puede analizar la obra de Justiniano es a través de las guerras que hizo con fines defensivos u ofensivos de la construcción de su obra legislativa, que se llevó a cabo por su orden y que lo hizo inmortal.






Para finalizar el imperio se presenta con una característica ambiental totalmente distinta a la que tenía en si el mundo romano, por la influencia griega que lo caracteriza, además la de los pueblos orientales, es decir, ya no es el mundo romano el que se mantiene en el imperio de oriente, es mas bien fundamentalmente la influencia cultural griega y en donde incluso las costumbres son propias de los pueblos orientales.


La obra de Justiniano ha sido apreciada de diferentes maneras, pero para hacer un juicio hay que tener presente el fin que se proponía alcanzar.






Que haya tenido el pensamiento de transmitir a los siglos futuros un cuadro de conjunto del Derecho Romano, tal cual lo representaban las obras de los grandes jurisconsultos, es difícil afirmarlo. Pero lo más cierto, es que ha querido extraer de todas las fuentes, y crear según la necesidad reglas de derecho en relación con la civilización y las costumbres de su tiempo. Es pues sobre todo como legislador, que hay que examinarlo. En este punto de vista es justo reconocer que Justiniano es el autor de excelentes reformas.






Desde el punto de vista histórico su obra se aprecia porque mientras el tiempo y la barbarie aniquilaban poco a poco la obra de los jurisconsultos romanos, el Digesto remediaba tratados donde se reconocen las dotes de sus autores. En resumen, los trabajos legislativos de Justiniano, como en toda obra humana, cabe el elogio y cabe la censura. Pero él haber emprendido semejante tarea en una época de decadencia, y haberla llevado a su fin completo, es indicio de una inteligencia, y una voluntad no comunes. Tal monumento basta de una inteligencia, y una voluntad no común. Tal monumento basta para la gloria de Justiniano, que ordenó su edificación y para Triboniano que lo dirigió.





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