jueves, 23 de enero de 2014

Así vivió Edgar Tamayo su muerte; tardó 17 minutos en morir





Huntsville, Texas, a 23 de enero de 2014–

Horas antes de acostarse en la cama donde perdería la vida, el mexicano Edgar Tamayo sabía que no tendría marcha atrás: “veinte años han sido mucho, estoy listo”, dijo al personal del Departamento de Justicia de Texas que tuvo contacto con el sentenciado a la pena capital.

En su última cena, comió arroz, chuletas de puerco, vegetales, café y té. También hizo algunas llamadas a sus familiares.

Todo esto, antes de las 18:00 horas de ayer (tiempo local), en la prisión de Walls, ubicada a una hora del centro de reclusión donde pasó sus casi 20 años de reclusión.

La ejecución iniciaría originalmente a las 18:00 horas (tiempo local), pero un recurso de último minuto de su defensa retrasó el proceso hasta después de las 21:12 horas.

Ya en la plancha de la muerte, cuando un guardián le preguntó si tenía una última declaración, musitó “no” y movió la cabeza. A medida que la dosis letal de pentobarbital comenzó a hacer efecto, respiró unas cuantas veces y luego hizo un ronquido ligeramente audible antes de dejar de moverse por completo.

Fue declarado muerto 17 minutos después de que le administraron la sustancia, a las 9:32 de la noche.

Huntsville, Texas– Familiares se hicieron presentes en las afueras de la prisión. Su tía Margarita Tamayo acompañó en este proceso a los padres e hijas del mexicano. 
“Él es inocente, él es inocente”, dijo.

Édgar Tamayo, de 46 años y originario de la comunidad de Miacatlán, Morelos, fue sentenciado a la pena capital por el asesinato del policía Guy P. Gaddis, en Houston, Texas, el 31 de enero de 1994. Estuvo preso en la Unidad Carcelaria de Walls, en Hunstville, donde finalmente falleció por inyección letal.
Tanto la Corte Federal para el Distrito Oeste de Texas como la Corte de Apelaciones Criminales de Texas rechazaron el pedido de los abogados defensores y pese a la oposición diplomática de México y del departamento de Estado.

Mientras moría, Tamayo nunca miró hacia la madre de Gaddis –el policía, quien presuntamente fue asesinado por Tamayo el 31 de enero de 1994–, dos hermanos y otros dos familiares que veían a través de una ventana. No escogió ningún testigo propio.

Había decenas de policías y simpatizantes del patrullero muerto que aceleraban sus motocicletas fuera de la prisión antes de que dejaran ingresar a los testigos dentro de la cámara de la muerte.

La ejecución se produjo después de que la Corte Suprema de Estados Unidos y tribunales federales rechazaron apelaciones de último momento, y de que los funcionarios de Texas desdeñaron los argumentos de que la detención y pena de muerte de Tamayo estaban viciados porque no le informaron, según indica un acuerdo internacional, que podía recibir asistencia jurídica de su país tras el arresto.

Los abogados también alegaron sin éxito que no era mentalmente capaz y por lo tanto no era elegible para la pena de muerte, y que los procedimientos de clemencia del estado fueron injustos. La Junta de Perdón y Libertad Condicional de Texas había rechazado el martes el pedido de clemencia de Tamayo.

“No importa de dónde sea la persona”, dijo Lucy Nashed, portavoz del gobernador Rick Perry. “El que cometa un crimen despreciable como éste en Texas, queda sujeto a nuestras leyes estatales, incluido un juicio justo con jurado, y la pena máxima”.

Gaddis, quien llevaba dos años en la Policía, llevaba a Tamayo y otro hombre desde el lugar de un robo cuando, según muestra la evidencia, el oficial recibió tres disparos en la cabeza y el cuello con una pistola que Tamayo había ocultado en sus pantalones. El auto se estrelló, y Tamayo huyó a pie pero fue capturado a pocas cuadras, todavía esposado, con el reloj y el collar de la víctima del robo.

Funcionarios mexicanos y los abogados de Tamayo dijeron que estaba protegido por una cláusula de la Convención de Viena sobre Relaciones Consulares de 1963. La asistencia jurídica que garantiza ese tratado pudiera haber descubierto pruebas para impugnar la pena capital por asesinato o que evitaran que Tamayo fuese condenado a la pena de muerte, dijeron.

jueves, 16 de enero de 2014

¿Qué se siente al matar?




Al matar, unos asesinos se sienten fuera de sí mismos, otros sienten que tienen gran poder y control, algunos experimentan sádico placer y hay quienes muestran fría indiferencia. Entretanto, tras asesinar, unos sufren culpa y pesar, como D. Andrew Nielsen que afirmaba sentir que se mataba a sí mismo; en tanto que por ejemplo, Chikatilo, afirmó que sentía “paz mental” después de asesinar…

En este artículo intentaremos responder a las preguntas de qué sienten los asesinos mientras matan y después de haber matado. No recurriremos a teorías y explicaciones generales, sino que expondremos lo que los propios asesinos han dicho: esto es, las respuestas que ellos mismos han dado a esas interrogantes. Por ello, hemos tomado ejemplos representativos en cada tipo de respuesta, ya que lo experimentado al matar o después de matar, depende de la constitución psicológica particular de cada asesino; pero, como bien sabemos, es posible organizarlos en tipos.
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Los que se sentían poderosos

David Parker Ray
Este asesino solo mataba para conservar el control. Fue un verdadero sádico sexual que secuestró a varias mujeres, las esclavizó sexualmente, las sometió a múltiples torturas, y mató a las que se le volvieron más problemáticas por su desobediencia. Por eso, se deduce de sus declaraciones que al asesinar experimentaba frustración y disgusto en tanto que perdía un objeto de placer (la esclava), pero a la vez sentía reafirmado su sentimiento de poder, su rol de controlador. Citamos ahora la transcripción de un perverso audio que él mismo emitió para sus esclavas: ‹‹Aquí, usted es una esclava y la disciplina es muy estricta. Se les dará un conjunto de reglas, las cosas que puede y no puede hacer, y usted aprenderá a cumplir porque cada vez viole una regla, será castigada. Puede sonar duro y frío, pero si usted nos da demasiados problemas, o si usted representa algún tipo de amenaza para nosotros, no voy a tener ningún reparo en absoluto acerca de rebanarle la garganta. Como he dicho antes, no me gusta matar a las chicas que traemos aquí, pero de vez en cuando las cosas suceden. ¿Qué puedo decir? Yo realmente odio tener que tirar ese lindo cuerpo afuera (…). No estoy tratando de asustarla. Ésta es simplemente la forma en que las cosas funcionan.››

Gary Ridgway
Gary Ridgway odiaba a las prostitutas, las consideraba “basura” y en consecuencia quería erradicarlas. De ese modo, cuando él mataba sentía que las tenía bajo control, que el ejercitar su poder para erradicarlas era manifestar el control que tenía sobre ellas. Dijo así, refiriéndose a la prostituta en forma genérica: “Yo tuve control sobre ella cuando la mataba, y yo tuve control sobre ella mientras estaba todavía en posesión mía” (se refiere al cadáver en lo segundo, y aquí hay que tener en cuenta que practicó la necrofilia). Además de lo citado, también Gary pareció referirse a lo que se sentía matar como algo desconcertante, aunque lo expresó de forma vaga, con la siguiente frase:“Siempre me pregunté cómo sería matar a alguien, y mira tú lo que era”

Harold Shipman
Este famoso ángel de la muerte manifestó, desde pequeño (en gran parte a causa de ser hijo único y de la forma en que fue educado), un sentimiento de superioridad, que profundizó grandemente en su trayectoria como asesino, buscando en ello una especie de compensación psicológica a la falta de poder que tuvo para evitar la muerte de su propia madre cuando aún era joven. Dijo por ello en la corte: “Yo puedo curar o puedo matar. Soy un médico y en mis manos está el poder de la vida y la muerte. No soy un instrumento de Dios; cuando estoy con un paciente, yo soy Dios. Soy un ser superior”.

Tinta
“Tinta” es un sicario colombiano de 38 años, que lleva varios años en el negocio y vive en el Barrio Triste de Medellín, donde tiene un taller en que repara vehículos a manera de segundo oficio. Allí, en su taller, una vez fue entrevistado y, ante la pregunta de “¿Qué sientes al matar a un hombre?”, Tinta respondió con convicción: “Poder, parce. Se siente poder”
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Asesinos perdiendo el control

David Berkowitz
De todas las cosas que dijo David Berkowitz, se desprende que sus asesinatos estaban vinculados al odio, por lo que sentía que desahogaba ese sentimiento (y la ira que conlleva) al matar. Sin embargo, tal y como en Richard Ramirez u otros asesinos vinculados al satanismo en el cometimiento de sus crímenes, David decía servir a un ente demoníaco y se sentía, de alguna manera, entregado a una fuerza oscura asociada a la oscura entidad que veneraba, fuerza que desde un punto de vista psicológico bien podría representar a una parte de sí mismo que el sujeto exterioriza en la representación que se hace para sí mismo de ésta. Por otra parte, es importante el sentirse como “cazador” en el “juego” de la cacería (cosa que David señala en la carta que veremos), ya que eso indica que el matar le ocasiona una complacencia sádica vinculada al ejercicio del poder para destruir la vida de los otros. Veamos ahora la carta de 1977: ‹‹Yo soy el Monstruo Belcebú, el Behemoth gordito. Me encanta cazar. Rondar las calles en busca del juego justo –sabrosa carne (…). Yo vivo para la caza (mi vida). Sangre por papá.››

Luis Alfredo Garavito
Garavito abusó sexualmente de los más de 150 niños que asesinó. Ahora bien, según se desprende de sus declaraciones, parece que al matar (no al torturar y violar, al matar en sí mismo) sentía que se vengaba de todo lo que le hicieron (fue violado varias veces cuando era menor de edad); dijo por eso lo siguiente de su primer asesinato, que puede en esenciaaplicarse a los crímenes que siguieron: ‹‹Me transporté a mi infancia, sentí mucho odio, más los niños que yo llevaba nunca los mataba, y es allí donde cojo a este menor, empiezo a tasajearlo con una cuchilla y se apodera de mí algo extraño que me decía “mate, que con matar ya venga muchas cosas”. Fue así como yo procedí a matarlo, así fue mi primera muerte. ››. Como puede verse, al igual que en David Berkowitz, en Garavito aparece, y aún con mayor claridad, la figura de ese “algo” que se apodera del asesino en el momento de cometer el asesinato, un “algo” que suele estar vinculado prácticas satánicas (Garavito hizo pacto con el Diablo), y que psicológicamente podría explicarse como una representación exteriorizadora que el sujeto hace de una parte de sí mismo que de alguna manera le resulta conflictiva, y que puede ponerse con más facilidad en algo exterior (la voz que escucha Garavito) si es que hay de por medio una tendencia esquizofrénica o una esquizofrenia como tal.

Ted Bundy
Ted Bundy ha explicado que detrás de su motivación por matar estuvo una exposición temprana y prolongada a formas violentas de pornografía, que inducían el desarrollo de una sexualidad patológicamente sádica, anclada sobre una vinculación entre la muerte-dolor y el placer. Por ello, más adelante se le conoció como “El asesino de estudiantes”, en tanto que buscaba a jóvenes universitarias para matarlas después de abusar sexualmente de ellas. Ahora, en cuanto a lo que sentía al hacer eso, citaremos fragmentos de una entrevista que dio justo antes de morir ajusticiado:

JCD: Después de que usted cometió su primer asesinato, ¿cuál fue el efecto emocional? ¿Qué pasó en los días después de eso?

Ted: Incluso después de tantos años, es difícil hablar. Revivir eso hablándolo es difícil, por decir lo menos, pero quiero que entiendas lo que pasó. Fue como salir de algún trance horrible o sueño. Sólo puedo compararlo con (y yo no quiero dramatizar) ser poseído por algo tan horrible y extraño, y a la mañana siguiente despertar y recordar lo que pasó y darse cuenta de que a los ojos de la ley, y desde luego ante los ojos de Dios, tú eres responsable. Al despertar por la mañana y darme cuenta de lo que había hecho con una mente clara, con todos mis sentimientos morales y éticos esenciales intactos, me horrorizó absolutamente.

JCD: ¿Usted no había sabido que era capaz de eso antes?

Ted: No hay manera de describir el impulso brutal de hacer eso, y una vez que se ha cumplido, o pasado, y que el nivel de energía retrocede, me convertía en yo mismo otra vez. Básicamente, yo era una persona normal.
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Trabajando por un “ideal”

Pedro Nakada
El caso de Nakada es muy particular porque representa indiscutiblemente al asesino misionero, en tal grado que, lo que sentía al matar, estaba profundamente vinculado a lo que percibía como su misión detrás de los crímenes. Dijo así: “¿Qué siento cuando mato –dice–? Siento que ayudo. ¿A qué? A que la gente cambie. A que el mundo cambie. Quiero que haya paz.”
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Los sádicos

Alexander Pichushkin
Este asesino admiró a Chikatilo e intentó superarlo. Mataba con un martillo y era un verdadero sádico. Matar lo hacía sentirse importante en tanto que afirmaba que les abría la puerta al más allá a sus víctimas, a la vez que le reportaba sádico placer pues, según admitió, le gustaba el sonido que hacían los cráneos al partirse… Citaremos ahora una conocida declaración suya: “Para mí, la vida sin matar es como la vida sin comida para ti. Me sentía como el padre de todas estas personas, ya que fui yo quien les abrió la puerta a otro mundo.”. Menos conocidas son las palabras quePichushkin dio en una entrevista al tabloide ruso Tvoi Den, y que muestran su gran sadismo: “La vida humana no es demasiado larga. Es más barata que una salchicha. Mi abogado: lo abriría y cortaría como un pez. Lo habría matado como a un insecto, y habría recibido tanto placer en el proceso. Lo cortaría y haría cinturones con su carne. Pero en cuanto a recordar a todos que maté, quién y cuándo y dónde, eso yo no lo recuerdo. Ni siquiera me importa como para recordarlo”

Andrei Chikatilo
Chikatilo tuvo desde adolescente problemas de impotencia sexual que solo superó de manera extremadamente patológica, tal y como descubrió al tener su primera erección fuerte en el momento en que, antes de cometer su primer asesinato, cortó a una niña desnuda (de la que iba a abusar) con un cuchillo, sintiendo gran excitación al ver la sangre. Cabe aquí mencionar que sus víctimas eran generalmente menores de edad de sexo femenino, y que la juventud de las víctimas, al igual que la obtención de placer sexual mediante actos sádicos, manifestaba que Chikatilo, a través de sus crímenes, intentaba aliviar el sentimiento de impotencia que tenía por las humillaciones sufridas. Baste saber esto para entender el resto y lo que experimentaba al matar y después de matar, pues las palabras del monstruo son muy claras: “En los actos sexuales perversos experimentaba una especie de furor, una sensación de desenfreno. No podía controlar mis actos. Desde la niñez me he sentido insuficiente como hombre y como persona. Lo que hice no fue por el placer sexual, sino porque me proporcionaba cierta paz de mente y de alma durante largos periodos. Sobre todo después de contemplar todo tipo de películas sexuales. Lo que hice, lo hice después de mirar los vídeos de actos sexuales perversos, crueldades y horrores”.

Carl Panzram
Carl Panzram, un ladrón, predador sexual, bandolero y asesino del siglo XIX, fue desde temprana edad un sujeto lleno de agresividad y odio.



Así, al matar disfrutaba porque desahogaba su odio y el sadismo relacionado a éste, afirmando por ello lo siguiente: “En mi vida he asesinado a 21 seres humanos, he cometido miles de allanamientos, asaltos, robos, incendios provocados y, por último pero no menos importante, he cometido sodomía con más de 100 hombres. Ante todas estas cosas no siento ningún arrepentimiento (…).Odio a toda la jodida Humanidad, disfruto matando.”

Edmund Kemper
El caso de Edmund Kemper, más allá de sus motivaciones ideológicas (“golpear a la burquesía”), es la expresión de un sadismo sexual que se manifestó desde temprana edad a nivel de fantasías, que llegó a degenerar en la necrofilia, y que estaba ligado a un deseo por experimentar un sentimiento de poder. Comprenderemos entonces qué sentía al matar si citamos lo que le dijo al célebre Robert Ressler en una entrevista donde, haciendo gala de ese sádico goce que encontraba en el poder, bromeó con arrancarle la cabeza al entrevistador; veamos sus palabras: “Yo solo quería la exaltación por encima de la fiesta. En otras palabras, triunfar sobre la muerte. Ellas estaban muertas y yo estaba vivo. Esa era la victoria en mi caso (…). Era una especie de cosa de tipo triunfante y exaltado, como sacarle la cabeza a un ciervo o un alce (…). Yo era el cazador y ellas las víctimas.”

Gilles de Rais
Este asesino fue un mariscal francés que desde pequeño manifestó tendencias sádicas, y que en su castillo realizó rituales de magia negra mezclados con torturas, violaciones y asesinatos de niños. Lo que experimentaba al matar a las inocentes criaturas excedía lo esperable y topaba la maldad pura en tanto que reflejaba una conciencia clara de la naturaleza moral de sus actos. Esto lo vemos en una aproximación literaria a su confesión en el juicio, basada en fuentes históricas y extraída del libro El Mariscal de las tinieblas. La verdadera historia de Barba Azul de Juan Antonio Cebrián; citamos: ‹‹Confieso que maté a esos niños y niñas de distintas maneras y haciendo uso de diferentes métodos de tortura: a algunos les separé la cabeza del cuerpo, utilizando dagas y cuchillos; con otros usé palos y otros instrumentos de azote, dándoles en la cabeza golpes violentos; a otros los até con cuerdas y sogas y los colgué de puertas y vigas hasta que se ahogaron. Confieso que experimenté placer en herirlos y matarlos así. Gozaba en destruir la inocencia y en profanar la virginidad. Sentía un gran deleite al estrangular a niños de corta edad incluso cuando esos niños descubrían los primeros placeres y dolores de su carne inocente.››

Jack El Destripador
El caso del brillante Jack es el de un psicópata sádico que experimenta placer cuando mata, tanto por el sufrimiento de la víctima, como por el sentimiento de poder que experimenta, y que en el caso de Jack se vinculaba a su capacidad para burlarse de la Policía y, a la vez, reducir y aterrorizar a un grupo social (prostitutas) que odiaba y despreciaba. Esto se ve muy bien en una carta del 25 de septiembre de 1888: ‹‹Desde hace días siento que la Policía me ha detenido, pero en realidad aún no me han encontrado. No soporto a cierto tipo de mujeres y no dejaré de destriparlas hasta que haya acabado con ellas. El último fue un magnífico trabajo, a la dama no le dio tiempo ni a chillar. Me gusta mi trabajo y estoy ansioso para empezar de nuevo. Temprano tendrá noticias mías y de mi gracioso juego… -Firmado: Jack el Destripador.››

Pedrinho Matador

Actualmente Pedro sigue en prisión, y todavía lo consideran como un símbolo del bandolero brasileño hábil para el combate cuerpo a cuerpo.


Pedro Matador de joven, en la prisión.

En uno de sus recientes tatuajes se puede leer la siguiente leyenda, en la cual expresa con sinceridad la motivación de sus crímenes. Dice así: ‹‹Mato por placer››

Pedro Alonso López
Este conocido psicópata fue uno de los mayores asesinos de toda la historia, pues mató más de 170 niñas, a las que previamente violaba. Principalmente, más allá de lo que lo condujo a convertirse en lo que fue, Pedro Alonsoexperimentaba una especie de sentimiento místico de poder sobre la vida, matizado por un sadismo que, si bien manifestó en las violaciones, era más profundo y trascendía el aspecto puramente sexual. Esto se ve en la siguiente frase: “Había un momento divino cuando ponía mis manos alrededor del cuello de las niñas y observaba cómo se iba apagando la luz de sus ojos. Solo aquellos que matan saben a qué me refiero”.
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Culpables o arrepentidos

Charles Cullen
Este ángel de la muerte trabajaba como enfermero, y era un individuo que tenía mucho enojo guardado y que además presentaba frecuentemente crisis depresivas. De ese modo, en sus asesinatos encontró la vía perfecta para desahogar esa ira y, a la vez, evitarse un poco (porque de todas formas sintió remordimiento) los conflictos de conciencia, pues supuestamente mataba a los enfermos para evitar que siguiesen llevando una vida de sufrimiento… como la suya (aunque por causas distintas). Veamos ahora lo que Charles Cullen dijo en una entrevista, donde aclara qué sentía al matar y tras matar: “Me sentía culpable por lo que había hecho, a pesar de que yo estaba tratando de reducir el sufrimiento de las personas. Me gustaría estar largos periodos de tiempo sin nada, pero después me encontraba de vuelta a mí mismo sintiéndome abrumado, sintiendo que no podía ver gente herida, muriendo y siendo tratada como no-humana y, a veces, lo único que sentía que podía hacer era tratar de poner fin a ese sufrimiento, y no creo que tuviera ese derecho, pero lo hice de todas formas (…). No voy a decir que era la felicidad el porqué de lo que hice. Me sentí muy obligado, muy impulsado a terminar el sufrimiento como lo vi, ya sabes, y yo seguí incurriendo de nuevo en ese comportamiento, no pude detenerme (…). Fue un secreto oscuro y sucio, me molestaba, ya sabes. Me sentía como si estuviera ayudando a la gente pero también sabía que estaba mal. Yo sabía que estaba mal…”

Dennis Andrew Nilsen
Este asesino homosexual asfixiaba a los hombres que invitaba a dormir, y después de muertos los descuartizaba. Lo que sentía al matar y tras matar, estaba vinculado al hecho de que en el fondo mataba porque quería sentir que, de algún modo, no era abandonado (conservaba los restos de las víctimas), pues siempre experimentó un sentimiento de abandono u orfandad afectiva. Dicho esto, citemos lo queNilsen escribió: ‹‹Después de matarlos, experimentaba un sentimiento doloroso de desesperación y una sensación de vacío. Aunque sabía que el cuerpo estaba muerto, pensaba que la personalidad estaba todavía dentro de él, consciente y atenta a mis palabras (…).Puede ser que cuando mataba a aquellos hombres me matase a mí mismo, pues me quedaba de pie muy apenado y sumido en una profunda tristeza, como si acabase de morir un ser muy querido››

Jaime Benjamín Cárdenas Pardo
Este fue el peor asesino serial de Bolivia, y la motivación fundamental de sus asesinatos era el dinero, aunque mataba drogado y por eso dijo no recordar bien qué sentía exactamente al asesinar. No obstante, Jaime dejó claro lo que sentía después de matar, veamos: “Claro, tengo remordimiento… Si no es pues, un conejo… Hasta un niño tiene remordimiento de matar un conejo, ¿no? Peor la gente…”
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Indiferentes

Anatoli Onoprienko
Este asesino y asaltante (mataba para robar) es una mezcla de dos tipos: por una parte, al matar experimentaba indiferencia con respecto al tormento de sus víctimas; mientras, por otra parte sentía cierto placer emocional al sentirse poderoso, al percibirse como un depredador, pues llegó a decir que veía a sus víctimas como un lobo ve a los corderos. En cuanto a lo primero, lo de la indiferencia (que es lo más notorio), baste esta declaración de Anatoli: “Sé que es cruel, pero yo soy un robot que ha sido impulsado a matar, yo no siento nada (…). Para mí, matar, es como romper una colcha. Hombres, mujeres, ancianos, niños, todos son lo mismo. Nunca me he arrepentido por aquellos a quienes he matado. No amo, no odio, sólo ciega indiferencia. No los veo como individuos, sino como cosas”

Henry Lee Lucas
Sobre este sádico asesino itinerante, que mató junto con su colega Otis Thole, cabría pensar que disfrutaba matando, aunque según él, al menos en el fondo y con respecto a los asesinatos y al sufrimiento de las víctimas en éstos, Henry sentía más bien indiferencia; citamos: “No tuve ningún sentimiento especial por todas aquellas personas o los asesinatos. Los abordaba cuando pedían aventón, hacían ejercicio por las carreteras o cualquier cosa, pasábamos un buen rato y después, ya saben, los asesinaba y tiraba sus cuerpos por cualquier lado”

Richard Kuklinski
Richard Kuklinski, conocido como “Iceman”, fue un sicario que mató a más de 150 personas, muchas veces torturándolas para complacencia de sus clientes, a quienes mostraba los escabrosos vídeos de los suplicios de las víctimas. Sin embargo, aunque torturaba no era en el fondo un sádico: era un psicópata frío, sin nada de empatía. Esto lo vemos en lo que dijo al psiquiatra Dr. Deeds en una entrevista: “No obtengo nada por golpear a alguien, lastimar a alguien, dispararle a alguien… Eso es nada para mí. Lo único que me da placer es el sexo (…) Si lastimo a alguien, no me provocaría nada, estoy matando a alguien más…”. Más adelante, cuando el psiquiatra le preguntó si entonces nunca tuvo sentimiento alguno al respecto, él respondió con amargura: “Nunca tuve alguno, era decepcionante… Ahí me di cuenta de que debía estar loco, porque debería de algún modo haber tenido algún sentimiento… algo.”

Richard Speck
Richard Speck mató a todas sus víctimas (jóvenes mujeres) en una sola noche, donde también cometió violaciones. No mató por placer sino porque había entrado a robar y no quería testigos. Por ello, cuando en una entrevista le preguntaron cómo se sintió al matar a esas mujeres, Richard respondió sin dudarlo: “Como siempre me sentí… sin sentimiento alguno. Si me estás preguntando si me sentí arrepentido: no.”

Tipos de asesinos en serie




Diversas son las propuestas que los expertos han emitido para clasificar a los asesinos seriales. Y es que resulta claro que todo depende de los criterios a elegir, pudiendo clasificarse a los asesinos seriales según su zona de influencia, el orden con que llevan a cabo sus crímenes, las motivaciones que los impulsan a matar, etc. Sin embargo no todas las clasificaciones son igualmente útiles para el investigador criminalista, de modo que a la larga solo unas cuantas tipologías siguen vigentes.
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CLASIFICACIONES EXISTENTES MÁS DIFUNDIDAS

Zona de Influencia
Por sus Procedimientos
Por sus motivaciones
Por su Género

1-Por zona de influencia

1.1-Viajeros

1.2-Locales

1.3-De lugar específico




1-Por zona de influencia.


La clasificación por zona de influencia se basa en la o las zonas en que el asesino serial ejecuta sus crímenes. Designa, por decirlo de algún modo, las determinantes de sus posibles áreas de acción.

1.1-Viajeros: Estos asesinos no tienen un lugar fijo o un área determinada en la cual operar, suelen viajar miles de millas para cometer sus crímenes, teniendo así un teatro de operaciones potencialmente indeterminado. Ejemplos de ellos son: 1) el Monstruo de los Andes (Pedro Alonso López), quien asesinó en Perú, Colombia o Ecuador, 2) Daniel Camargo Barbosa, quien mató en Colombia y, dentro de Ecuador, cobró víctimas en distintas ciudades.

1.2-Locales: Estos asesinos tienen un área de operaciones fija, pero amplia sin embargo; pudiendo ser, para que se entienda la amplitud de su radio de acción, una ciudad entera o incluso o una provincia o estado (como California en USA).

1.3-De lugar específico: Estos también tienen un área fija, pero es mucho más pequeña que en el caso de los asesinos “locales”: una casa, el lugar de trabajo, etc.

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2-Según sus procedimientos:


La clasificación según los procedimientos es una de las más importantes pues, detrás de sus distintas subcategorías, hay múltiples e importantes patrones propios del perfil del asesino. Está basada en el grado de orden con que lleva a cabo sus asesinatos, incluyendo no solo el crimen en sí sino los lapsos de tiempo que, en el antes y el después del asesinato, están estrechamente ligados al mismo; por ende, remite a cuestiones como si existe o no planificación previa, que tan ordenada es (si existe) esa planificación previa, si hubo o no hubo ocultamiento de evidencias, si el asesinato como tal siguió o no siguió un método elegido para buscar ciertos fines, etc…

2.1-Organizados: Estos asesinos son los que elaboran planes, ocultan pistas, buscan momentos propicios para sus crímenes, no suelen improvisar en la manera de matar a sus víctimas y están atentos al entorno social para prevenir cualquier posible amenaza a sus proyectos criminales. En general, en ellos son comunes las siguientes características: nunca son tontos, teniendo así un coeficiente intelectual de 105 (100 es la media) en adelante, con un 113 en promedio y siendo de 105 a 120 el rango en que sus inteligencias suelen estar (pueden tener más de 120, como ya quedó claro); en su mayoría son socialmente bien vistos; suelen estar casados o tener pareja; se desplazan para cometer sus delitos; elaboran planes; siguen las noticias; tienen una o más armas previamente designadas para sus asesinatos; usualmente conocen o siguen a sus víctimas; eliminan pruebas; suelen ser fetichistas (guardando objetos o partes de sus víctimas, teniendo fotos de las mismas, etc); habitualmente vienen de la clase media o media-alta; en general no tienen problemas para socializar o vincularse al sexo opuesto

2.2-Desorganizados: El asesino desorganizado no es cerebral ni calculador, suele ser un individuo impulsivo, violento, no elabora planes y es descuidado a la hora de ocultar evidencias (no las oculta) o elegir el momento de los crímenes. A diferencia de los organizados y algunos mixtos, estos asesinos nunca tienen una inteligencia superior a la media pues, de ser así, su psicología les obligaría a tener, por autoconservación, un mínimo de orden y prudencia. Las características que se observan en estos asesinos son: escasa inteligencia, con coeficientes intelectuales ubicados entre 80 a 95; son socialmente ignorados o mal vistos; suelen vivir solos y no tener pareja; vive y trabaja cerca de los lugares en que asesina; no hace planes; no sigue las noticias; usualmente no tiene un arma preestablecida para sus crímenes; no suele conocer a sus víctimas y no las sigue; no elimina pruebas; no es fetichista; suele venir de las clases sociales baja y media-baja; tiene problemas para socializar y vincularse al sexo opuesto.

2.3-Mixtos: Los asesinos mixtos presentan combinaciones coherentes de rasgos del asesino serial organizado y del desorganizado, en general son asesinos que, en cierta fase de su carrera criminal, actúan organizadamente, mientras que en otra actúan desorganizadamente; o bien, a lo largo de su carrera de asesinos o en cierto periodo de la misma, manifiestan un orden parcial, no total, incluyente de ciertos rasgos del asesino desorganizado. Estos son minoría, pues en general o son organizados o son desorganizados.

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3-Según la motivación de sus asesinatos



3.1-Visionario: En este tipo de asesino serial es donde más abundan los esquizofrénicos. Estos asesinos reciben el nombre de “visionarios” porque su visión de la realidad está teñida por el delirio y la fantasía, dentro de los cuales suelen colarse seres irreales surgidos en la dinámica de las alucinaciones visuales y auditivas. Usualmente creen cosas absurdas como que son otra persona (la encarnación de Hitler, por ejemplo), como que entidades sobrenaturales (Dios, el Diablo, ángeles, demonios, espíritus, etc) les hablan y les impelen a cometer asesinatos, etc. Las fantasías en torno al yo son frecuentes en estos asesinos, así como también las teorías (“visiones”, si se quiere) delirantes y extravagantes. El ejemplo perfecto del asesino serial visionario es Herbert Mullin: oía voces, alucinaba y tenía una teoría extraña según la cual, a través de los sacrificios humanos, se podía disminuir la probabilidad de grandes desastres naturales (terremotos sobre todo); así, él se veía a sí mismo como un visionario que estaba en el deber de proporcionar sacrificios humanos (a través de sus asesinatos…) para evitar un terremoto en California.

3.2-Misionero: Estos asesinos creen que tienen una misión y que esa misión comporta librar al mundo de personas “indeseables”: judíos, negros, prostitutas, lesbianas, homosexuales, etc. Así, muchos de ellos se ven como sanadores de la sociedad o purificadores. Según los estudios, la mayoría de estos asesinos son psicóticos. Un gran ejemplo de esta clase de asesino es el neo-nazi Joseph Franklin, el cual mató a muchísimos negros y judíos ya que deseaba “limpiar el mundo” de gente que consideraba inferior.

3.3-Hedonista: El asesino hedonista busca el placer y la gratificación como fines de sus asesinatos. Pero aquellas pueden ser de distintas naturalezas, originando los siguientes subtipos:

3.3.1-Lujuria: Estos asesinos matan en vistas a obtener gratificación sexual. En ellos pueden darse patologías como la necrofilia o el sadismo. Dependiendo del caso, el asesino encontrará el placer sexual en el asesinato mismo, en cosas que hace con el cadáver luego del asesinato o en el abuso (aquí entra el sadismo, yendo de la simple violación a cosas mucho peores como la tortura) de su víctima viva, siendo estos solo los casos generales. Un buen ejemplo de esta categoría es Daniel Camargo Barbosa, quien violó y mató a 71 chicas vírgenes: en su caso, el asesinato no era lo que proporcionaba el placer sexual sino lo que garantizaba la posibilidad de su repetición pues, según declaraciones del propio delincuente, principalmente asesinaba para evitar que su víctima lo delatase. Otro ejemplo, ya en el caso de lo monstruoso, es el del homosexual Jeffrey Dahmer, quien invitaba (ofreciendo bastante dinero) a chicos a ver pornografía o sacarse fotos pornográficas, luego los drogaba, los estrangulaba hasta matarlos y, ya muertos, tenía sexo con las víctimas y se masturbaba encima de sus cadáveres…

3.3.2-Búsqueda de emociones intensas y adrenalina: Estos asesinos seriales buscan la excitación emocional, las emociones intensas, la adrenalina. Para ellos, matar resulta divertido y estimulante. Suelen ser grandes sádicos que disfrutan no solo del dolor sino del terror de sus víctimas, sin embargo sus asesinatos generalmente carecen de un aspecto sexual. El asesinar adquiere en ellos, hasta cierto punto, el carácter de una adicción emocional, es por eso que, a diferencia de otros tipos de asesinos, no pueden permanecer mucho tiempo tranquilos sin acabar con vidas humanas, dejando por ello periodos no largos de tiempo entre uno y otro crimen. La psicología de estos trastornados se ve con claridad en cartas como la del Asesino del Zodíaco (se desconoce aún la identidad real); dice así un fragmento de un mensaje suyo: ‹‹Me gusta matar gente porque es mucho más divertido que matar animales salvajes en el bosque, porque el hombre es el animal más peligroso de todos. Matar algo es la experiencia más excitante. Es aún mejor que acostarse con una chica.››

3.3.3-Beneficio material (lucro y confort): Los integrantes de esta categoría asesinan como un medio para conseguir dinero o bienes materiales (la herencia de un apartamento, por ejemplo). Aquí, las víctimas suelen ser miembros de la familia del asesino o conocidos cercanos. Generalmente tras cometer un asesinato, esperan periodos de tiempo relativamente largos para evitar levantar sospechas entre los integrantes de su familia y círculo social y entre los agentes de la ley. Difiriendo de otros tipos de asesinos, éstos prefieren utilizar el envenenamiento (el arsénico es una elección frecuente) en vez de la violencia propia de los disparos y las puñaladas. Algo muy importante es que ésta es la categoría en que se ubican la mayoría de las asesinas en serie. Es entonces muy significativo que, siendo en USA el porcentaje de asesinas en serie de un 2% y en el resto del mundo máximo hasta 24%, la inmensa mayoría de asesinas seriales tenga por finalidad de sus asesinatos el beneficio material, tal y como mostró un estudio hecho por Eric Hickey en 1997, según el cual el 75% tenía por motivación al lucro…Un ejemplo escalofriante de este tipo de asesinos es la española Enriqueta Martí, asesina serial española del siglo XIX e inicios del XX. Ella, aprovechando que en su época la tuberculosis y otras enfermedades no tenían cura con medicina tradicional, fabricaba eficaces remedios para esos males, pero esos remedios estaban hechos nada más y nada menos que con los cadáveres frescos de los niños (que no pasaban de 9 años) que asesinaba. Aprovechaba todo: la sangre, los cabellos, los huesos (que pulverizaba); y los mezclaba ingeniosamente, en pomadas y otras fórmulas que vendía a grandes precios, precios que casi siempre eran gustosamente pagados por gente de clase social alta que sabía de la eficacia de los remedios de Enriqueta, aunque ignoraba su macabra composición…

3.4-Poder/Control: Estos asesinos usualmente fueron abusados, maltratados, subyugados y dominados durante su infancia. Es así frecuente hallar en ellos una sensación de impotencia que busca ser saneada a través de la obtención de un sentimiento de poder y control. De ese modo, se satisfacen en saber que tienen el poder para decidir sobre la vida y la muerte de su víctima; y, evidentemente, gran parte de su gratificación está también en saber que sus víctimas saben que ellos tienen ese poder. Por eso, estos asesinos adoran torturar a sus víctimas y demorar la muerte de las mismas, ya que si las matan inmediatamente, no consiguen experimentar a plenitud el poder y el control. En este marco, las violaciones y torturas sexuales son abundantes; pero, y esto es de suma importancia, el fin primero de aquello no es el placer sexual (aunque lo obtengan) sino el sentimiento de dominación que eso les da, gozando así más con la contemplación de la debilidad e impotencia de sus víctimas, que con el sufrimiento en sí mismo de ellas. El Doctor Muerte (Harold Shipman) ilustra a la perfección este tipo de asesinos. Él, aprovechando su posición de médico, elegía como víctimas a indefensas ancianas a las cuales les inyectaba mortales dosis de morfina, falsificando luego los informes médicos y diciendo que la paciente había muerto por causas naturales, un paro cardíaco, por lo general. Según se cree, llegó a matar a unas 215 personas. No lo hacía por sadismo, ni por interés económico (su posición económica era buena y no le interesaba mucho el dinero), ni por venganza: era todo por una morbosa atracción por la muerte pero, principalmente, por el gozo que le daba el tener el poder de decidir sobre la vida y la muerte de sus víctimas. Dijo por ello el forense John Pollar: “simplemente disfrutaba contemplando el proceso de morir y gozaba con el sentimiento de control sobre la vida y la muerte”
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4-Según su género:


La clasificación de los asesinos por su género, aunque evidente, muestra significativos fenómenos sociológicos, psicológicos y culturales. Así, por ejemplo, sorprende que más del 70% de los asesinos seriales en el mundo sean de sexo masculino…

4.1-Hombres: Según una publicación autorizada en una fuente seria como es la web del Dr. Mike Aamodt (profesor emérito del Departamento de Psicología de la Universidad de Radford), los datos indicaban, a la fecha del 07/10/2010 (última actualización de las investigaciones), que a nivel mundial el porcentaje de asesinos seriales masculinos era de 88.1%. Queda entonces patente que la tendencia al asesinato violento es algo propiamente masculino, aunque hay mujeres que caen en este patrón y son excepciones en su género. La razón estadística es evidente: el porcentaje de asesinos seriales masculinos es mucho mayor que el de asesinas seriales y, dentro de las pocas asesinas seriales, la mayoría emplean el método no violento del envenenamiento. Así, lo anterior sugiere que en el fondo de la cuestión está el hecho de que el hombre es mucho más proclive a la violencia física. Enumerando algunas causas posibles para ese hecho y por ende para el hecho de que haya más asesinos seriales que asesinas seriales, se tiene lo siguiente: 1) Biológicamente, el hombre tiene mucha más testosterona, hormona que lo predispone a un mayor índice de agresividad, 2) El hombre tiende a exteriorizar la tensión, lo cual puede expresarse en hostilidad; en cambio, la mujer tiende a interiorizar la tensión, pudiendo caer en la depresión, 3) El miedo es un mecanismo de control y la mujer, por su debilidad física y hasta cierto punto por condicionamiento cultural, tiende a autopercibirse en una situación desfavorable en cuanto a su potencial para ejercer la violencia física, experimentando así un miedo que se suma a una inseguridad inherente a la necesidad de protección-seguridad que históricamente la sociedad ha programado en ella; evidencia de esto, es el hecho de que el lucro sea lo que más motiva a asesinar a las mujeres, siendo que aquel lucro representa un potencial de protección material (la seguridad que tiende a buscar por su programación cultural). Por su parte, el hombre tiene mayor fuerza física y su programación histórico-cultural lo orienta hacia una percepción en la que masculinidad va de la mano con “fuerza” “emprendimiento”, “autosuficiencia” y otras características en esa misma línea.

4.2-Mujeres: Según la misma fuente —la web del Dr. Mike Aamodt— empleada para señalar el porcentaje de asesinos seriales, se tiene que el porcentaje mundial de asesinas seriales sería de 11.9%. Evidentemente las cifras son solo aproximaciones, pero es claro que todas las estadísticas disponibles muestran una divergencia cuantitativamente enorme entre el porcentaje de asesinas seriales y el de asesinos seriales, por lo cual ese 11.9% es bastante confiable. Ahora, explicar aquí por qué hay menos asesinas seriales resultaría fútil debido a que, en la explicación anterior de por qué hay más asesinos seriales, están implícitas las razones principales de la escasez de asesinas seriales. La clasificación que se verá a continuación es la más difundida para las asesinas seriales; sin embargo, se la ha criticado porque las subcategorías que contiene pueden, en algunos casos, presentar elementos (asesinas seriales) compartidos y, además, son todas ellas también aplicables a los hombres, de modo que se puede hablar de “viudos negros” o “depredadores sexuales”, por ejemplo.

4.2.1-Viudas negras: En promedio comienzan sus asesinatos después de los 25 años. Sus víctimas suelen ser sus esposos o compañeros (por esto el nombre), sus familiares y, en general, personas con las que han entablado una relación personal. Su método es el envenenamiento, lo cual representa, en comparación con otros métodos de asesinato, un obstáculo a la hora de incriminarlas. Su móvil suele ser siempre el beneficio material, el lucro principalmente. Un ejemplo significativo es Marie Besnard, asesina serial francesa de la primera mitad del siglo XX. Ella usó arsénico para matar a su marido, a su tía, a su abuela, a sus padres, entre otras personas. Sumando a eso su habilidoso talento para hacer trucos sucios, consiguió heredar considerables sumas de dinero de sus víctimas.

4.2.2-Ángeles de la muerte: Suelen empezar su carrera criminal después de los 21 años, siempre en una localización completa: un hospital, una clínica, etc. Su gran motivo impulsor es la sensación de poder y control que experimentan al decidir sobre la vida y la muerte de sus víctimas. Dos características esenciales que tienen son: primero, el tener una necesidad compulsiva de matar; segundo, tienden a usar sus crímenes para ser percibidas de manera positiva, ya sea como la típica enfermera que se conduele con los familiares del muerto, ya sea, por ejemplo, envenenándolos con un veneno que mata en varios días, para así cuidar de la víctima y aparentar gran bondad. Una sustancia bastante usada por estas asesinas es el cloruro potásico, con el cual pueden aparentar un paro cardíaco en la víctima. Un ejemplo es la inglesa Beverly Allitt, quien trabajaba en el Hospital de Grantham y mató a cuatro niños inyectándoles insulina, todo para luego congraciarse con los familiares de la víctima, fingiendo dolor y adoptando un rol de confidente, cosas que no se le hacían difícil puesto que era risueña y tenía un rostro de rasgos suaves e inocentes.

4.2.3-Depredadoras sexuales: Este tipo de asesinas seriales son extremadamente escasas. Sus asesinatos están siempre ligados a una búsqueda de satisfacción sexual vinculada a la muerte. Suelen ser mayores de 30 años y son mucho más frecuentes en Europa que en USA. Un ejemplo es la asesina británica Rosemary; quien, en compañía de su esposo Fred West, fue responsable por la muerte de 12 chicas jóvenes, incluyendo niñas. Ella, que tenía una libido desmedida y era bisexual, gozaba sodomizando (con consoladores u otros implementos) a las chicas y sometiéndolas a múltiples torturas sexuales.

4.2.4-Por venganza: Estas asesinas en general se inician luego de los 22 años, sus víctimas son gente cercana, presentan trastornos de obsesión y sus crímenes suelen motivarse en celos patológicos. Ellen Etheridge es un ejemplo perfecto de esta categoría: ella se casó con un millonario texano y tuvo 8 hijos; pero, no soportando que sus hijos le “robaran” el amor de su esposo, se decidió por asesinar con arsénico a cuatro de ellos.

4.2.5-Obtención de beneficio o provecho: Este es el tipo de asesina serial más frecuente. Ellas matan para obtener dinero o bienes materiales y sus víctimas son muchas veces gente cercana. Un caso destacable es el de Madame Popova, noble rusa que, entre 1879 y 1909, dirigió una agencia (creada por ella) para, por sumas razonables de dinero, liberar a las esposas de “maridos crueles”. Para eso, se valía de envenenadoras o de sicarios; y a veces, ella misma hacía el trabajo…En total, mató aproximadamente unos 300 hombres.

4.2.6-En grupo: En las asesinas seriales la tendencia a trabajar con uno o más cómplices es mayor que en los asesinos seriales. Por lo general se asocian con su pareja, aunque otras veces con una mujer. Un buen ejemplo lo conforma Catherine May Wood, quien mataba ancianos (asfixiándolos) con ayuda de Gwendolyn Graham, y posteriormente hacía el amor con él…

4.2.7-Asesinas que padecen algún trastorno en el momento de cometer el asesinato: Estas asesinas no simplemente tienen psicopatologías, sino que es la psicopatología lo que, en el plano de la motivación del impulso asesino, prima al momento del crimen. En todos los casos, el trastorno mental es de gravedad tal que afecta a la capacidad volitiva (la voluntad) e invectiva de éstas asesinas. Ejemplo en esta categoría es Janne Topan, quien confesó haber matado (con envenenamiento) 31 personas aunque se cree que mató entre 70 y 100. En su juicio de 1902, el análisis de los médicos determinó su insania mental, por lo que el jurado declaró que por su “locura” debía ser internada en un manicomio en lugar de recibir la condena que correspondería a un delincuente dueño de sus actos. Sus propias palabras evidenciaban lo trastornada que estaba. En la corte dijo: “esa es mi ambición: matar más gente que cualquier otro hombre o mujer que haya existido jamás”; complementariamente, algunas de las cuidadoras de enfermos que trabajaban con ella afirmaron haberle oído decir: “traiga algo de morfina, querida, y vayamos al pabellón. Usted y yo nos divertiremos muchísimo viéndolos morir”

4.2.8-Sin explicación: Como el nombre indica, en estos casos se desconoce la motivación de la asesina serial o su motivación no es agrupable en ninguna de las categorías anteriores. Un caso es el de la estadounidense Stella Williamson de 75 años, quien antes de morir dejó una nota para las autoridades: allí, hablaba de un tronco en el ático, el cual contenía los cadáveres de 5 recién nacidos…

4.2.9-No resueltos: En estos casos, simplemente acontece que no se sabe la identidad de la asesina serial, o no se sabe si se trata de una asesina serial pero se sospecha de la existencia de una detrás de los crímenes.

Por qué matan los asesinos seriales

La Entomología Forense




La Entomología Forense, en tanto estudio de la fauna asociada al proceso de descomposición del cadáver, es de gran valor en el proceso de la investigación criminalística; ya que permite, mediante el establecimiento de la antigüedad del cadáver, vislumbrar la fecha del asesinato; así como también, mediante otros aspectos, deja entrever si fue o no desplazado el cadáver, entre otras preguntas.

El estudio de esta fauna asociada a los cadáveres recibe el nombre de entomología forense. La entomología forense o médico-legal, por lo tanto, es el estudio de los insectos asociados a un cuerpo muerto para determinar el tiempo transcurrido desde la muerte.

En civilizaciones antiguas, las moscas aparecen como amuletos (Babilonia, Egipto), como dioses ( Baalzebub , El Señor de las Moscas), y es una de las plagas en la historia bíblica del Éxodo. La metamorfosis de las moscas ya era conocida en el antiguo Egipto, pues un papel encontrado en el interior de la boca de una momia contiene la siguiente inscripción: “Los gusanos no se volverán moscas dentro de ti” (Papiro Gized nº 18026: 4: 14). La mayoría de los insectos evitados en los embalsamamientos son los que ahora nos ayudan en la resolución de los casos de muerte ( Greenberg , 1991).


El primer asesinato resuelto por la entomología forense aparece en un manual de Medicina Legal chino del s. XIII, donde se cuenta cómo se convocó a todos los labradores sospechosos y se les pidió que dejen sus hoces al aire libre, tras lo cual solo a una de las hoces (pese a no tener sangre visible) acudieron las moscas, revelando así que fue con esa hoz que se mató a la víctima…

El primer documento escrito de un caso resuelto por la entomología forense se remonta al siglo XIII en un manual de Medicina Legal chino referente a un caso de homicidio en el que apareció un labrador degollado por una hoz. Para resolver el caso hicieron que todos los labradores de la zona que podían encontrarse relacionados con el muerto, depositasen sus hoces en el suelo, al aire libre, observando que tan solo a una de ellas acudían las moscas y se posaban sobre su hoja, lo que llevó a la conclusión de que el dueño de dicha hoz debía ser el asesino, pues las moscas eran atraídas por los restos de sangre que habían quedado adheridos al ‘arma’ del crimen.

Durante muchos años en determinados ambientes, se pensaba que al morir una persona las larvas que aparecían en el cadáver para devorarle bien aparecían por generación espontánea, o bien salían del propio cadáver. Estas creencias perduraron hasta que Francisco Redi , un naturalista del Renacimiento se propuso demostrar de una forma científica que estas larvas procedían de insectos, los cuales depositaban sus huevos para que se desarrollasen sobre el cadáver. Para ello, realizó el siguiente experimento: expuso al aire libre un gran número de cajas descubiertas y en cada una de ellas depositó un trozo de carne, unas veces cruda y otras cocida, para que las moscas atraídas por el olor vinieran a desovar sobre ellas.


Significado de los números: 1) Distintas fases del crecimiento de las Larvas. 2) Sobre heridas aparecen con mayor rapidez. 3 y 4) Distintos tipos de dípteros. 5) En un cadáver se observan las larvas. 6) Los huevos son aproximadamente de 2mm de longitud.

A las diversas carnes acudieron las moscas y desovaron ante la presencia de Redi que observó cómo estos huevos depositados por los insectos se transformaban primero en larvas, después en pupas y por último cómo salían los individuos adultos.

Pero como es lógico todo experimento tiene su contraprueba. Para ello, las mismas carnes se colocaron en cajas, pero esta vez cubiertas con una gasa, a fin de que también se produjese en ellas la putrefacción, pero las moscas no tuviesen acceso a ellas. Redi vio que evidentemente las carnes se corrompían, pero que no aparecía sobre ellas ninguna larva. También observó que las hembras de las moscas intentaban introducir la extremidad del abdomen por las mallas tratando de hacer pasar a través de ésta sus huevos y que algunas moscas no depositaban huevos, sino larvas vivas, dos de las cuales pudieron introducirse a través del tejido.

Los diferentes grupos de artrópodos fueron definidos por Megnin como “escuadrillas de la muerte”. Según el autor, estas escuadras son atraídas de una forma selectiva y con un orden preciso: tan preciso que una determinada población de insectos sobre el cadáver indica el tiempo transcurrido desde el fallecimiento. Estudios posteriores han demostrado que esto no es ni mucho menos tan exacto como pensaba Megnin y los primeros estudiosos del tema.

Por último, para concluir esta primera parte de datos generales deberíamos tener claro cuales son los principales objetivos de la Entomología Forense, que son:

A. Datación de la muerte a través del estudio de la fauna cadavérica.
B. Determinación de la época del año en que ha ocurrido la muerte.
C. Verificar que un cadáver ha fallecido en el lugar donde ha sido hallado o ha sido trasladado hasta el mismo.
D. Dar fiabilidad y apoyo a otros medios de datación forense.

Para un investigador criminalista que se enfrenta a un cadáver son tres las preguntas fundamentales que se le plantean: Causa de la muerte y circunstancias en las que se produjo, Data de la muerte y Lugar en el que se produjo la muerte.


Tres son las grandes cuestiones que el investigador debe afrontar cuando se halla un cadáver: “Causa”, “Data” y “Lugar”. No obstante los artrópodos que intervienen en el proceso de descomposición solo pueden ayudar a esclarecer dos de esas cuestiones: Data y Lugar.

De estas tres cuestiones (“Causa”, “Data” y “Lugar”) los artrópodos poco o nada pueden aportar respecto a la primera; esa labor, establecer la causa de la muerte, corresponde al forense; sin embargo, tanto en la fijación del momento del fallecimiento como en la relativa a los posibles desplazamientos del cadáver, los artrópodos pueden ofrecer respuestas y, en muchos casos definitivas.

La muerte de un ser vivo lleva consigo una serie de cambios y transformaciones físico-químicas que hacen de este cuerpo sin vida un ecosistema dinámico y único al que van asociados una serie de organismos necrófagos, necrófilos, omnívoros y oportunistas que se van sucediendo en el tiempo dependiendo del estado de descomposición del cadáver. El estudio de esta fauna asociada a los cadáveres recibe el nombre de entomología forense. La entomología forense o médico-legal, por lo tanto, es el estudio de los insectos asociados a un cuerpo muerto para determinar el tiempo transcurrido desde la muerte.

Este PMI o (intervalo postmortem) puede ser usado para confirmar o refutar la coartada de un sospechoso y para ayudar en la identificación de víctimas desconocidas enfocando la investigación dentro de un marco correcto de tiempo. Esta investigación puede llegar a ser vital en la investigación de un homicidio.


Tras la muerte hay dos grupos de fuerzas postmortem que cambian la morfología del cuerpo: 1) aquellos factores que vienen desde fuentes externas como crecimiento bacteriano, invasión del cuerpo por los insectos y mordeduras de animales. 2) factores que proceden del interior del cuerpo, como el crecimiento de bacterias intestinales (arriba) que aceleran la putrefacción y la destrucción enzimática de los tejidos.

Después de la muerte, hay dos grupos de fuerzas postmortem que cambian la morfología del cuerpo. El primer grupo incluye aquellos factores que vienen desde fuentes externas como crecimiento bacteriano, invasión del cuerpo por los insectos y mordeduras de animales. El segundo grupo está compuesto por factores que proceden del interior del cuerpo, como el crecimiento de bacterias intestinales que aceleran la putrefacción y la destrucción enzimática de los tejidos.

Debido a la gran dificultad para calcular la tasa de descomposición por el crecimiento bacteriano, existe un gran número de estudios sobre el efecto de los insectos necrófagos en restos humanos encontrados al descubierto. En los cadáveres se produce una progresión sucesiva de artrópodos que utilizan los restos en descomposición como alimento y como extensión de su hábitat. Esta sucesión de artrópodos es predecible ya que cada estadio de la putrefacción de un cadáver atrae selectivamente a una especie determinada. Aunque el papel de las diferentes especies de artrópodos es variable y no todas participan activamente en la reducción de los restos.

Los diferentes tipos de artrópodos que llegan a un cadáver pueden clasificarse de la siguiente forma:

A. Especies necrófagas: son las que se alimentan del cuerpo. Incluye dípteros y coleópteros.

B. Especies predadoras y parásitas de necrófagos: este es el segundo grupo más significativo del cadáver. Incluye coleópteros , dípteros e himenópteros parásitos de las larvas y pupas de dípteros.

C. Especies omnívoras: se incluyen aquí grupos como las avispas, hormigas y otros coleópteros que se alimentan tanto del cuerpo como de los artrópodos asociados.

D. Especies accidentales: aquí se incluyen las especies que utilizan el cuerpo como una extensión de su hábitat normal, como por ejemplo arañas, ciempiés. Algunas familias de ácaros que pueden alimentarse de hongos y moho que crece en el cuerpo.


Existen dos métodos para determinar el tiempo transcurrido desde la muerte usando la evidencia de los insectos. El primero utiliza la edad de las larvas y la tasa de desarrollo de éstas, y el segundo método utiliza la sucesión de tipos de insectos en la descomposición del cuerpo.

Existen dos métodos para determinar el tiempo transcurrido desde la muerte usando la evidencia de los insectos. El primero utiliza la edad de las larvas y la tasa de desarrollo, y el segundo método utiliza la sucesión de insectos en la descomposición del cuerpo. Ambos métodos se pueden utilizar por separado o conjuntamente siempre dependiendo del tipo de restos que se estén estudiando. Por lo general, en las primeras fases de la descomposición las estimaciones se basan en el estudio del crecimiento de una o dos especies de insectos, particularmente dípteros, mientras que en las fases más avanzadas se utiliza la composición y grado de crecimiento de la comunidad de artrópodos encontrada en el cuerpo y se compara con patrones conocidos de sucesión de fauna para el hábitat y condiciones más próximas.

Los parámetros médicos son utilizados para determinar el tiempo transcurrido desde la muerte cuando éste es corto, pero después de las 72 horas la entomología forense puede llegar a ser más exacta y con frecuencia es el único método para determinar el intervalo postmortem.

Existen casos de homicidios en que la víctima es trasladada o asesinada en lugares remotos, lo que retrasa su hallazgo. Hay homicidios en los cuales las víctimas tardan meses en ser descubiertas, y en estos casos es muy importante determinar el tiempo transcurrido desde la muerte.

Los insectos son con frecuencia los primeros en llegar a la escena del crimen, y además llegan con una predecible frecuencia.

Así es posible en determinados casos que la data dada por el entomólogo no coincida con la data proporcionada por el médico forense que ha practicado la autopsia; esto puede ocurrir, bien porque los insectos no hayan colonizado el cadáver en los primeros días después de producirse la muerte (lugares de difícil acceso para los insectos, casas perfectamente cerradas, etc.), o por ejemplo en los casos de abandono y malos tratos en niños y ancianos pueden existir heridas y lesiones que por su falta de higiene sean colonizadas por los insectos antes de producirse la muerte de la persona.

En estos momentos, en los que nada es visible para el ojo humano, es cuando las primeras oleadas de moscas comienzan a llegar al cuerpo. Las hembras grávidas llegan al cadáver, lamen la sangre u otras secreciones que rezuman de heridas o los orificios naturales y realizan la puesta en los primeros momentos después de la muerte. Cómo y cuándo llegan estos insectos al cadáver y como se desarrollan en él, son las preguntas que debe hacerse toda persona que se interese por la entomología forense.

Las primeras oleadas de insectos llegan al cadáver atraídas por el olor de los gases desprendidos en el proceso de la degradación de los principios inmediatos (glúcidos, lípidos y prótidos), gases como el amoniaco (NH 3 ), ácido sulfúrico (SH 2 ), nitrógeno libre (N 2 ) y anhídrido carbónico (CO 2 ). Estos gases son detectados por los insectos mucho antes de que el olfato humano sea capaz de percibirlos, hasta tal punto, que en algunas ocasiones se han encontrado puestas en personas que aún se encontraban agonizando.

Tradicionalmente se menciona a los dípteros como los primeros colonizadores del cadáver, donde estos insectos cumplen una parte importante de su ciclo vital. Constituyen la primera oleada de necrófagos, que aparece inmediatamente después de la muerte.

Estos dípteros braquíceros tienen un ciclo vital cuyas distintas etapas deben conocerse en su duración y características, con fines de datación. Las hembras de estas familias suelen depositar sus huevos en los orificios naturales del cadáver tales como ojos, nariz y boca, así como en las posibles heridas que pudiese tener el cuerpo. La familia Sarcophagidae no pone huevos, sino que deposita larvas vivas.

Los huevos son aproximadamente de 2mm de longitud y poseen un corto periodo embrionario. El estadio de huevo suele durar entre 24 y 72 horas, siempre dependiendo de la especie. Estas primeras puestas ya pueden proveer información al investigador, pues la disección de los huevos y el análisis de su estado de desarrollo embrionario puede delimitar el tiempo desde la ovoposición, y con ello el tiempo de la muerte.


Si dos cuerpos son expuestos a la vez, uno con heridas o traumas y otro sin ellos, el que presenta las lesiones se descompone mucho más rápidamente que el que no presenta traumatismos, debido a que la mayoría de las moscas son atraídas por las heridas, donde tienen lugar muchas de las ovoposiciones más tempranas.

Existen datos que indican que si dos cuerpos son expuestos a la vez, uno con heridas o traumas y otro sin ellos, el que presenta las lesiones se descompone mucho más rápidamente que el que no presenta traumatismos debido a que la mayoría de las moscas son atraídas por las heridas, donde tienen lugar muchas de las ovoposiciones más tempranas.

Los huevos puestos en un cadáver normalmente eclosionan todos a la vez, lo que da como resultado una masa de larvas que se mueven como un todo por el cuerpo.

Las larvas son blancas, cónicas, ápodas y formadas por 12 segmentos; nacen y se introducen inmediatamente en el tejido subcutáneo. Lo licuan gracias a unas bacterias y enzimas y se alimentan por succión continuamente. Cuando las larvas han finalizado su crecimiento, cesan de alimentarse y bien en los pliegues del cuerpo, de la ropa o alejándose del cuerpo, se transforman en pupa. El crecimiento y la transformación en pupa varían además de con cada especie, con las condiciones exteriores y dependen de la causa de la muerte y tipo de alimentación.

Existen innumerables referencias de la temprana llegada de los dípteros al cuerpo una vez acaecida la muerte; también existen referencias sobre la presencia de puestas en cuerpos aún con vida, bien por la existencia de heridas abiertas o por procesos inflamatorios purulentos.

Las larvas que eclosionan en cuerpos con vida, en primer lugar se alimentan de los tejidos necróticos para seguir alimentándose de los vivos. Por lo tanto, la presencia de los callifóridos en un cadáver reciente, es inevitable. Toda ausencia de huella de este paso, pupas vacías, adultos muertos, debe obligar a los investigadores a formular ciertas hipótesis: la primera es que el cadáver haya sido trasladado de lugar, y aún en este caso se encontraría algún resto de estos dípteros; la segunda, que el lugar del fallecimiento sea lo suficientemente oscuro e inaccesible a estos grandes dípteros cosa poco probable pues los callifóridos se encuentran dentro de las casas durante todo el año. La tercera, que los restos de los dípteros hayan desaparecido por la acción de los necrófilos (depredadores o parásitos de los necrófagos), o animales (aves insectívoras, hormigas, avispas). Ello no ocurre prácticamente nunca de modo completo, a no ser que el intervalo postmortem sea muy largo. Y aún en este caso, hay que tener en cuenta que la cutícula de los artrópodos es prácticamente indestructible, pudiendo permanecer miles de años; se han encontrado pupas fósiles de dípteros en el cráneo de un bisonte perteneciente al Cuaternario.

La cuarta hipótesis, es que el cadáver haya sido impregnado con productos repugnatorios, que hayan impedido el acceso de las primeras oleadas de insectos. En este caso aparecerían en el cadáver restos de productos como arsénico, plomo o formol, que se ha comprobado evitan la presencia de los primeros necrófagos en el cadáver.

Es importante señalar que mientras los sarcofágidos pupan entre la ropa o en los pliegues del cuerpo y aprovechan los orificios naturales para sus puestas, los callifóridos se entierran para realizar la pupación y prefieren hacer sus propios orificios.


Existen varias especies de coleópteros que intervienen en los estadios avanzados del proceso de descomposición, especies tales como Necrophorus humator, N. vespilloides, N. vestigator , Necrodes littoralis y Silpha obscura.

Formando parte de esta escuadra encontramos a los coleópteros necrófagos por excelencia. Especies como Necrophorus humator, N. vespilloides y N. vestigator , Necrodes littoralis y Silpha obscura, son comunes en los cadáveres en avanzado estado de descomposición.

Es curioso señalar que Omalium rivulare aparece en invierno, dato que puede resultar muy significativo en una investigación.

Tras la desaparición de los ácaros el cadáver ya está completamente seco.

Hacen entonces su aparición una serie de coleópteros que van a alimentarse de los restos de pelo, piel, uñas, etc. A partir de 1-1,5 años de la muerte, en el cadáver no quedan más que escasos restos orgánicos, huesos y en su entorno restos de los artrópodos que lo han visitado. En este momento hacen su aparición coleópteros muy característicos que se alimentan a base de estos residuos.


Todo se complica cuando un cadáver aparece en el agua, ya que la fauna cadavérica de agua no es tan conocida como la terrestre debido a las dificultades que entraña su estudio.

Pero no todos los cadáveres aparecen en tierra, pues frecuentemente aparecen cadáveres sumergidos en agua, tanto dulce como salada. La fauna cadavérica hídrica a la que hace mención por primera vez Raimondi y Rossi en 1888, no es conocida como la fauna terrestre, debido a la dificultad que entraña su estudio.

Tipos de homicidio: Asesinatos en la familia




En este artículo abordaremos el significado del homicidio, su diferencia con el asesinato y los tipos de homicidio entre parientes, tales como el patricidio, el matricidio, el filicidio, el fratricidio, etc. Además, también veremos el infanticidio y el feminicidio.

El homicidio engloba al asesinato; pero, por lo mismo, “homicidio” y “asesinato” son dos figuras legales distintas. El homicidio es simplemente una acción u omisión mediante la cual se priva a un ser humano de su vida. El homicidio puede ser legal o ilegal, mientras que el asesinato es siempre ilegal y se presenta como una figura agravada del homicidio, constituyéndose dicho agravamiento por características como alevosía, ensañamiento, precio, recompensa o promesa, y, sea cual sea el código penal del que se trate, por su componente esencial (subyacente a cualquiera de las características antes mencionadas): la “malicia”, también llamada “malicia premeditada”, “premeditación delictiva” o “intención dolosa”, siendo ésta cualidad esencial algo que, si bien puede variar hasta cierto punto en las definiciones de los diversos códigos penales, tiene un fondo ético claramente discernible en conceptos legales como el que da el Código Penal de 1974 de Puerto Rico, para el cual la “malicia”: ‹‹denota la comisión de un acto dañoso, intencionalmente, sin justa causa o excusa y la consciente naturaleza del mismo››.


El homicidio es simplemente una acción u omisión mediante la cual se priva a un ser humano de su vida. El homicidio puede ser legal o ilegal, mientras que el asesinato es siempre ilegal y se presenta como una figura agravada del homicidio.

Volviendo a la figura más general que es el homicidio, ésta incluye el asesinato, el homicidio sin premeditación y el homicidio legal, pudiendo así dividirse en los siguientes tipos de homicidio, descendentes en gravedad desde el primero hasta el quinto:

Asesinato en primer grado: Éste se caracteriza por ser tener malicia, ser intencional, deliberado y premeditado. Ejemplos de esto serían los crímenes planificados y con tortura de Bob Berdella o de John Wayne Gacy.

Asesinato en segundo grado: Al igual que el tipo anterior, tiene malicia, implica un acto intencional (no necesariamente el de dar muerte, al menos según algunos códigos) y, según se trata del código en cuestión, o bien ni es premeditada ni deliberada, o bien es premeditada y no es deliberada. No obstante, en medio del carácter confuso que las variaciones de los distintos códigos penales pueden ocasionar a la hora de fijar una distinción definitiva, se presenta como una de las distinciones teóricamente más útiles aquella según la cual, para que se impute asesinato en segundo grado a alguien, basta con demostrar que la víctima está muerta y que murió por un acto criminal y malicioso del acusado, más allá de que este haya o no tenido la intención de matar.

Homicidio intencional con circunstancias atenuantes: No posee malicia y se da cuando una persona, en respuesta a una “provocación legalmente adecuada” (de la cual surgen las “circunstancias atenuantes”), experimenta un “arrebato de pasión o arranque de ira” que le lleva a acabar con la vida de quien provocó aquel arrebato. En cuanto a las “circunstancias atenuantes”, una enciclopedia jurídica las define como:‹‹aquellas circunstancias accidentales al delito que, por incidir sobre el elemento esencial de la culpabilidad, producen el efecto de disminuir la responsabilidad criminal del sujeto determinando, en consecuencia, un menor quantum de pena.››. Un ejemplo éste tipo de homicidio sería el de un bombero que, tras llegar del trabajo, abre la puerta de su casa y se encuentra a un drogadicto que ha violado y matado a su esposa, montando así en cólera y cayéndole a golpes con su hacha de bombero…


Ciertos homicidios son legales, tales como el del soldado que mata en la guerra, el ciudadano que mata en defensa propia o el policía que, en defensa de la ciudadanía, abre fuego contra el delincuente (arriba).

Homicidio involuntario o imprudente: No posee malicia ni deliberación y no es una respuesta vehemente a una provocación “legalmente adecuada” como sucedía con el tipo anterior. Puede ser de dos tipos: por imprudencia o negligencia, y aquel en el cual, sin premeditación alguna, se efectúa el homicidio en el curso operativo de un delito menor.

Homicidio legal: Este es el único caso en que el homicidio tiene condiciones tales que concuerda con la ley y, en consecuencia, el autor de dicho homicidio se ve libre de “responsabilidad penal”. Ejemplos de esto son el militar que mata a un soldado enemigo en una guerra, el civil que mata al criminal para no ser asesinado por éste y, claro está, el agente policial que mata a un delincuente en el contexto de una confrontación o, por ejemplo, en la aplicación de la llamada “ley de fugas”.

Además de la clasificación presentada existen otras más, e incluso hay cierto tipo de homicidios (el llamado “crimen de honor”, por ej.) que no se ajustan al rigor estructural con que habitualmente se elaboran las diversas tipologías. No obstante resulta particularmente útil e interesante el clasificar los homicidios en función de la naturaleza de la víctima o de la relación entre ésta y el autor del homicidio, estando en ese sistema de clasificación los homicidios de parientes, el feminicidio y el infanticidio:
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Homicidios de parientes:

Filicidio:


El filicidio es el homicidio en que el padre o la madre mata al hijo o a la hija. Arriba vemos representado uno de los más famosos filicidios de la mitología clásica: Saturno (Cronos) devorando a uno de sus hijos.

El filicidio es el homicidio en el que uno o ambos progenitores acaban con la vida de un hijo o una hija. Como quedó claro antes, casi siempre los infanticidios han sido filicidios, aplicándose en este caso todos los ejemplos que se desarrolló en el infanticidio. Resulta así de mayor interés abordar el filicidio desde una perspectiva no historicista, como sería aquella de los distintos tipos de filicidio según Resnick:

Filicidio altruístico: tiene como motivación el alivio al sufrimiento propio del estado (aparente o real) de malestar en que se encuentra el hijo al cual se asesina. En este tipo de filicidio, es usual que el suicidio de uno o ambos progenitores siga a la muerte del hijo.

Filicidio psicótico: en este caso es una enfermedad mental (psicosis, esquizofrenia, etc) lo que lleva al progenitor (padre o madre) a acabar con la vida de su hij@.

Filicidio del niño no deseado: aquí es la madre la que asesina a su hij@, ya que no desea su nacimiento en virtud de causas como una paternidad ilegítima (violación, embarazo no programado) o el que la criatura no sea del sexo buscado por uno o ambos progenitores. Cuando el hijo o la hija es un feto, adquiere el nombre de feticidio

Filicidio accidental: Aquí la muerte del hij@ no es intencionada, pero los padres tienen gran responsabilidad criminal debido a que, tal y como se concibe la categoría, el hijo o la hija muere a causa de abusos y maltratos…

Filicidio vengativo: este tipo de asesinato viene ocasionado por la venganza. Aquí, uno de los dos progenitores asesina al hij@ para hacer sufrir al otro progenitor (porque le ha sido infiel, le ha maltratado, etc), transfiriendo así la manifestación de ese odio al hijo o hija.

Por último, las estadísticas del FBI muestran algo tan llamativo como el hecho de que, siendo las mujeres responsables del 13% de los crímenes violentos en general, lo sean del 50% de los casos de filicidios en particular. Además, se sabe que las madres filicidas en general matan al hijo o hija cuando tiene entre 0 (neonato) y 6 años, mientras que los padres filicidas en general matan al hijo o hija cuando está en la adolescencia o en la adultez. Y, en lo que respecta a la edad, la mayoría de madres filicidas tienen menos de 40 años, mientras que la mayoría de padres filicidas tienen más de 40 años.

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Parricidio:


El parricidio es la muerte dada a un pariente próximo, especialmente al padre (patricidio) o a la madre (matricidio). Tanto el patricidio como el matricidio son inusuales, habiendo sido (respectivamente) apenas el 1.5% y el 0.5% de los homicidios cometidos en USA entre 1977 y 1986.

La RAE define el parricidio como la “muerte dada a un pariente próximo, especialmente el padre o la madre”. En este caso, nos centraremos en lo que es el parricidio en sus dos formas primordiales: matricidio y patricidio.

Según el experto en Sociología y Psicoanálisis, Carlos Seijas, el parricidio evidencia que la estructura familiar, “que se supone está hecha para proteger, para vincular y para convivir en la sociedad”, ha dejado de funcionar adecuadamente como consecuencia de que los valores no se hayan puesto en práctica. A eso, Seijas agrega que:“cuando se da que agreden a sus propias familias, es porque la estructura familiar ha dejado de funcionar; la agresión se vuelve hacia adentro, y no hay bordes que les persuadan a respetarse porque los vínculos no están definidos”. Y, en cuanto al propósito de fondo del crimen, el especialista explica que: “el hecho de destruir al otro es llegar a lo real, anularlo de tal forma que ya no exista, matarlo, es conocido como ‹‹pasaje al acto››, tal como un suicidio, un homicidio destruye lo que representa. Lo que busca un parricidio es anular la figura que se violenta”.

Un estudio muy esclarecedor con respecto al matricidio y el patricidio es el de la Dra. Julia Mitrevski del Programa de Leyes y Psiquiatría de la Universidad de California. En su estudio, titulado como The Psychology of Parricide, la Dra. Julia emplea el término “parricidio” para referirse particularmente al matricidio y al patricidio y, entre los diversos planteamientos que hace en base a varios estudios —las estadísticas son del FBI y abarcan el periodo de 1977-1986 en USA—, están los siguientes:
El 2.2% de los homicidios son parricidios.
El 1.5% de los homicidios son patricidios y el 0.7% son matricidios.
El 86% de los matricidios es cometido por hijos, mientras que el 14% por hijas.
La edad promedio del o la matricida es de 30 años, y solo el 15% tiene menos de 18 años.
Entre el 20-30% de los parricidios son cometidos por individuos psicóticos y, pese a que en general hay más patricidios que matricidios, dentro de los parricidios cometidos por individuos psicóticos los porcentajes de patricidio y matricidio son aproximadamente iguales.
La mayoría de parricidios son cometidos por hombres, habiendo una proporción de 6:1 entre hombres y mujeres parricidas.
Los hijos que matan a sus padres tienden a ser menores que los que matan a sus madres.
El patricidio cometido por un hijo es la forma más habitual de parricidio.


Según estadísticas (1977 a 1986) de USA, apenas el 15% de quienes matan a su padre o a su madre tienen menos de 18 años. Además hay una proporción de 6:1 entre hombres y mujeres que cometen este tipo de crimen. Por ello es extremadamente difícil encontrar una chica menor de edad que haya matado a su padre o a su madre. Por otro lado, cuando no hay un trastorno psicótico en quien lo ejecuta, estos tipos de crímenes suelen tener como causa relativamente común el abuso por parte del progenitor asesinado.

Por otra parte, a nivel causal el estudio de la Dra. Julia divide a los (hombres y mujeres) parricidas en parricidas psicóticos (los que sufren enfermedad mental severa) y parricidas reactivos (los que no sufren enfermedad mental severa y matan como una forma de reacción, aunque el asesinato sea planificado). Respecto a eso tenemos que:

El parricida psicótico:
Tiene un historial de enfermedad psicótica crónica.
Tiene delirios en relación a la víctima
Tiene una relación de dependencia (usualmente por la enfermedad) con la víctima.

El parricida reactivo:
No es psicótico
Su asesinato es la respuesta a una grave disfunción familiar
Tiene una relación de hostilidad-dependencia con la víctima
Usualmente es adolescente.

Por su parte, los factores de riesgo para los parricidas reactivos son los siguientes:
Extremo abuso
Aislamiento
Vivir con la víctima una relación que tiende a resolver los conflictos en términos de “ganar o perder”
Presión para ayudar a los padres o a un pariente
Ausencia de ayuda en una situación desesperada
Presencia de armas en la casa
Represión del enojo (esto hace que el agresor acumule enojo), de su exteriorización.
Abuso parental que no puede ser tolerado más y lleva a un punto de quiebre.
Odio crónico y prolongado hacia la víctima
Capacidad de romper con el hogar parental y acarrear las consecuencias del acto.

Por último, particularmente interesantes son ciertas características del estadísticamente muy escaso matricida reactivo:
La mayoría (de matricidas reactivos, no de matricidas en general) son adolescentes.
Han tratado de huir o anular cierta situación de conflicto con la víctima pero no han podido.
Han sido sexualmente provocados, humillados u oprimidos por la víctima.
El padre ha estado ausente o ha llevado una actitud de pasividad ante el conflicto del agresor con la víctima.

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Fratricidio y Soricidio:

Fratricidio es el homicidio en el que alguien asesina a su hermano, mientras que soricidio es el homicidio en el que alguien asesina a su hermana. Las causas de ambos fenómenos suelen radicar en una relación conflictiva, llena de rivalidades y estresante, que por largo tiempo ha existido entre el agresor y la víctima.


Fratricidio es el homicidio de un hermano a manos de su hermano o hermana. Es un crimen bastante escaso, representando apenas el 1% de los homicidios cometidos en USA durante 1984-1995. Generalmente tiene lugar cuando el agresor y la víctima son adultos y su autor suele ser masculino, siendo el caso del hermano que mata al hermano el 76,1% de los fratricidios/soricidios cometidos en USA desde 1984 a 1995. Arriba vemos el más famoso fratricidio de la cultura occidental: Caín matando a Abel.

Autores como Adler postulan que, esa relación conflictiva entre agresor y víctima, tiene por lo general sus comienzos en la primera infancia, cuando los hermanos (hermano-hermano, hermana-hermano, hermana-hermana) compiten por el afecto y la atención de los padres. El problema es que posteriormente esa rivalidad se transforma en una auténtica lucha por conseguir poder, espacio e importancia en el hogar. Pero, tal y como dejó entrever Adler cuando dijo que a “ningún niño le gusta ser el más pequeño”, esa lucha es también una lucha por conseguir poder sobre el otro hermano y así no ser “el más pequeño”. Naturalmente y sobre todo si se trata de familias disfuncionales en las que los padres se muestran como abusivos o negligentes, esa conflictividad entre hermanos puede expresarse en auténtica violencia, sea del hermano mayor al menor, o a la inversa, teniendo en cuenta que esta violencia no necesariamente habrá de ser violencia física, sino que bien puede ser violencia psicológica y verbal.

Ya en un plano algo especulativo y partiendo de que se han encontrado rasgos como conducta antisocial y otras patologías en fratricidas y soricidas, en 1996 Sulloway planteó que la rivalidad entre hermanos vendría a ser un corolario de la fórmula darwinista de competencia natural, así como una forma familiar del conflicto social. Pero también y esto es lo clave, el fratricidio y el soricidio serían, en el marco evolucionista antes dicho, mecanismos de depuración genética en el sentido de que, si alguien con genes de criminalidad elimina a su hermano o hermana, muy probablemente estará eliminando de la población una buena parte de esos genes nocivos (propios de su entorno familiar) para el bienestar de la especie.


El soricidio es menos frecuente que el fratricidio. Así, las estadísticas de los homicidios cometidos en USA durante 1984-1995, muestran que 11,9% de los fratricidios/homicidios pertenecen al caso del hermano que mata a la hermana, mientras que un 3,9% al de la hermana que mata a la hermana. También, tanto hombres como mujeres son mucho menos propensos a matar a sus hermanas que a sus hermanos.

Estadísticamente hablando, según el estudio —coherente en sus conclusiones con respecto a estudios como el de Gebo (2002) o Langan (1994)— realizado por Underwood y Patch en base a los registros del Uniform Crime Reports sobre los años 1984-1995, se cumplen los siguientes puntos en torno al fratricidio y soricidio:
Las detenciones por fratricidio/soricidio representan aproximadamente el 1% de detenciones.
En la mayoría de fratricidios/soricidios, el agresor estaba en la edad adulta temprana o media.
Los hombres son más propensos a ser agresores (87,7%) y a ser también víctimas (84,4%).
El caso de hermano mata a hermano representa el 76,1% de los fratricidios/soricidios.
El caso de hermano mata a hermana representa el 11,9% de los fratricidios/soricidios.
El caso de hermana mata a hermano representa el 8,2% de los fratricidios/soricidios.
El caso de hermana mata a hermana representa el 3,9% de los fratricidios/soricidios.
Los hermanos son más propensos a matar a sus hermanos (76,1%) que a sus hermanas (11,9%).
Las hermanas son más propensas a matar a sus hermanos (8,2%) que a sus hermanas (3,9%).
En general, los fratricidios/soricidios se presentaron en el contexto de una discusión interpersonal entre el delincuente y la víctima.
Los hermanos eran más propensos a ser asesinados por armas de fuego que por otro tipo de medios.
Las mujeres fratricidas/soricidas tendían más que los hombres fratricidas/soricidas a utilizar cuchullos y armas cortopunzantes.

Finalmente, en el estudio del 2002 efectuado por la investigadora Gebo se encontraron otros datos relevantes como:
La mayoría de los fratricidios/soricidios se produjo cuando el agresor y la víctima eran adultos (78%).
Cuando los dos individuos eran adultos (mayoría de casos), los hermanos/hermanas menores tenían más probabilidades de asesinar a los hermanos/hermanas mayores.
En los fratricidios/soricidios donde el agresor tenía menos de 18 años, éste era generalmente (65%) mayor que la víctima.

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Uxoricidio:

El uxoricidio es el homicidio de la esposa por parte del esposo. Muchos sociólogos piensan que el perfil del uxoricida respondería generalmente al de un hombre conservador y machista, que no acepta la independencia femenina y que se opone al aumento de libertades para las mujeres.


El uxoricidio es el homicidio de la esposa por parte del esposo. Generalmente el uxoricidio tiene lugar en el contexto de la violencia doméstica ejercida contra la mujer, por lo que el machismo está estrechamente vinculado al curso que el uxoricidio ha seguido a lo largo de la historia. Una vergonzosa muestra de eso es el régimen del dictador español Francisco Franco (1936-1975), en el cual se permitía el uxoricidio por “causa de honor” (cuando la mujer era infiel al marido)…

Como se ve, muy frecuentemente los uxoricidios son feminicidios (para que haya feminicidio no basta con que se mate a una mujer: debe matársela por razones de género). Y es que, en la historia, el uxoricidio ha estado desde siglos atrás ligado al machismo, por lo que se ha manifestado en cosas como muertes por adulterio socialmente consentidas, que no solamente fueron algo del pasado lejano sino del pasado reciente, ejemplo de lo cual fue el régimen franquista (1936-1975) de España, puesto que el fascista caudillo permitía el “uxoricidio por causa de honor”.

Ahondando un poco en la relación entre uxoricidio y machismo, el estudioso Pitt Rivers señala que la idea de pureza sexual fue introducida en las sociedades occidentales por el Cristianismo, dando lugar a la llamada “cultura del honor”, cultura ésta en la cual una parte del honor del hombre se asienta en la pureza sexual o en la llamada “honestidad” de ciertas mujeres ligadas estrechamente a él, tales como la madre (de ahí el insulto de “hijo de puta”), la hermana, la hija y principalmente la pareja, más aún si se trata de la esposa (y no simplemente de la novia). Sabido es que actualmente las libertades femeninas han aumentado y, al menos en los países europeos y en ciertos países desarrollados, la “cultura del honor” ha perdido poder, pero no por ello ha desaparecido y, en opinión de Pitt Rivers, los mecanismos psicosociales subyacentes a la “cultura del honor” siguen muy presentes, por lo cual, una de las manifestaciones extremas que ésta puede tener dentro de lo que es la venganza del “honor” perdido, es el uxoricidio.

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Mariticidio:

Según la revista Nuestro Tiempo, en el Ecuador el número de mujeres que matan a sus parejas es 10 veces mayor al de hombres que matan a sus parejas, por lo que concordantemente el 80% de las mujeres condenadas por asesinato lo son por matar a sus parejas. Este hecho no es un fenómeno aislado, sino que forma parte del aumento de la “violencia contra el hombre” (una expresión de la llamada “violencia doméstica”) ejercida por la mujer. Las causas de este fenómeno cultural radican principalmente en el retroceso de la mentalidad machista, en los progresos obtenidos por los movimientos feministas y, enesencia, por el aumento del poder social de la mujer.


El maritricidio es el asesinato del esposo a manos de la esposa. Las estadísticas muestran que las mujeres matan con mucha menor frecuencia que los hombres; pero, cuando lo hacen, es muy común que el muerto sea su esposo, su novio o su amante… Un ejemplo perfecto de eso es Ecuador, donde las mujeres matan a sus parejas 10 veces más de lo que los hombres matan a sus mujeres. Allí, el matar a la pareja representa el 80% de los casos de mujeres condenadas por homicidio…

Vemos así que antes era mucho más común el modelo de hombre proveedor, que la mujer tenía menos acceso a la educación y que su rol social estaba por lo general restringido al área de las tareas domésticas, al hogar. No era por ello sorprendente el que antes el hombre tuviese más poder sobre la mujer y el machismo (que aún subsiste en alto grado dentro de los países subdesarrollados) un espacio mayor en la cultura. Pero actualmente la sociedad ha cambiado y la mujer tiene prácticamente igual importancia que el hombre en el mundo laboral, lo cual ha hecho que su poder económico aumente y que sean cada vez más abundantes los casos de hogares en que la mujer y su pareja aportan por igual, o incluso aquellos casos en que la mujer aporta más o aporta simplemente todo, como sucede con los hombres que han perdido su empleo. Esto es clave para comprender el maritricidio, ya que el maritricidio es muchas veces la manifestación última de la “violencia contra el hombre”, la cual pasa en gran medida enmascarada en la generalidad de países, ya que el hombre tiene miedo de denunciar, sea por temor a las burlas y a la indiferencia de las autoridades, o sea porque la mujer es la que tiene el poder económico (ella trae el dinero, la casa es de ella, etc) y puede echar al hombre a la calle… Sin embargo no en todos los países los hombres callan, y Canadá es el mejor ejemplo. En efecto, un estudio (del año 2000) basado en los informes de violencia familiar muestra que el 65% de las mujeres canadienses ha maltratado físicamente a sus esposos, mientras que, en un estudio estadounidense en el que se compararon tres encuestas, se tiene lo siguiente: 59 de cada 1000 esposas afirmaron haber agredido físicamente de forma grave a su esposo; 18 de cada 1000 esposos afirmaron haber agredido físicamente de forma grave a su esposa; 22 de cada 1000 esposas afirmaron haber sido agredidas físicamente de gorma grave por su esposo; 32 de cada 1000 esposos afirmaron haber sido agredidos de forma grave por sus esposas.

Hasta allí con los casos en que la mujer maritricida es total o casi totalmente la victimaria, ya que existen también muchos casos en que el maritricidio es una respuesta de la mujer a los abusos de los que por largo tiempo ha sido víctima y ha terminado matando, según la psicóloga Fabiola Alba, “porque la mujer no sabe (o no se le permite) desahogar su ira, su estrés, su dolor y en lugar de deshacerse de los problemas, del odio, lo acumula”. A esto, la especialista agrega que: “Las características en estos casos son similares: las asesinas muchas veces son víctimas de agresiones constantes, tienen baja autoestima, ira acumulada, desórdenes nerviosos, cansancio y sentimiento de culpabilidad” y que “la mayoría proviene de hogares disfuncionales y afrontan traumas que las han limitado mentalmente, para tomar decisiones. Pero, en un momento dado, generan una autodefensa psicológica y terminan aniquilando a su pareja, hartas de tanto abuso”.

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Vistos ya los homicidios de parientes, es pertinente hacer una revisión del infanticidio y del feminicidio en tanto que estos tipos de homicidio se ajustan más a los homicidios de parientes que a los homicidios de dimensiones sociales (democidio, genocidio, progromo, magnicidio) o a categorías como el suicidio y la eutanasia. Y es que, como se verá, en la práctica muchos feminicidios e infanticidios son homicidios de familia.
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Infanticidio:

El infanticidio consiste en causar la muerte de un infante (niño o niña) de forma intencional. Pese a que la RAE define que el infanticidio es la “muerte dada violentamente a un niño de corta edad”, algunas legislaciones, tal y como la del Reino Unido, establecen que el infanticidio solo se aplica a niños que no pasan de los doce meses de vida.


Aunque la RAE define que el infanticidio es la “muerte dada violentamente a un niño de corta edad”, algunas legislaciones, tal y como la del Reino Unido, establecen que el infanticidio solo se aplica a niños que no pasan de los doce meses de vida. El infanticidio es tan viejo como la Humanidad e incluso, en los no muy distantes inicios del siglo XIX, gente de la India arrojaba a sus propios hijos al río Ganges, lugar donde eran devorados por tiburones y así servían como sacrificio a los dioses…


El filósofo chino, Han Fei (arriba), escribió en relación a lo que en su época (s. III a.C.) se vivía: ‹‹Respecto a los niños, un padre y una madre, cuando producen un niño, se felicitan uno al otro, pero si producen una niña, le dan muerte››

Los primeros infanticidios se pierden en los orígenes históricos de la Humanidad, al punto de que, según muestran estudiosos como Carl Grimberg, Joseph Birdsell y Arnol Toimbee, existen evidencias de que en el Paleolítico (2,85 millones de años a.C. hasta 10.000 años a.C. ) y el Neolítico (7000 a.C. hasta 3000 a.C.) se daban infanticidios cuyas víctimas eran recién nacidos y cuyos autores eran sus propios padres. Las causas solían ser rituales de sacrificios, canibalismo o guerras tribales que, en compañía de otros factores, hacían que resultase más útil para la supervivencia grupal el sacrificio del género más débil, por lo que aproximadamente el 50% de los neonatos de sexo femenino fue sacrificado por sus padres en el Paleolítico…

Ya después, el infanticidio estuvo presente en grandes civilizaciones como la babilonia, la siria, la caldea, la fenicia, la egipcia, la doria, la etrusca, la griega y la romana.

Tal y como dio a pensar el apartado anterior sobre el femicidio, el infanticidio también ha estado ligado al machismo durante siglos, pese a que, durante la Prehistoria, el sacrificio predominante de neonatos de sexo femenino obedecía a razones de supervivencia antes que a una cultura machista. Un ejemplo de este infanticidio machista lo observamos en lo que el filósofo y aristócrata Han Fei escribió en relación a lo que en su época (s. III a.C.) se vivía: ‹‹Respecto a los niños, un padre y una madre, cuando producen un niño, se felicitan uno al otro, pero si producen una niña, le dan muerte››. Más dramático aún resulta el caso de la India, donde hasta inicios del siglo XIX existía una práctica macabra en la cual, a modo de sacrificio a los dioses, un niño era arrojado por sus padres a los tiburones del río Ganges…
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Feminicidio/Femicidio:


El femicidio o feminicidio es el asesinato de mujeres por razones de género, estando así ligado al machismo y la misoginia. El concepto surgió entre las feministas durante la segunda mitad del siglo XX.

El femicidio o feminicidio es el asesinato de mujeres por razones de género. Aquí la motivación importa mucho, ya que el femicidio/feminicidio fue un concepto surgido en el marco de las teorizaciones propias del Feminismo. Esto lo vemos cuando en 1982 la socióloga feminista Diane Russell definió el femicidio como: ‹‹el asesinato de mujeres por el hecho de ser mujeres››.

Un concepto semejante al de Diane Russell fue el de Jill Radford en su obra Femicide; aunque, en lo que respecta a su introducción en el mundo hispanohablante, si bien actualmente “femicidio” y “feminicidio” suelen usarse indistintamente, en los inicios existían dos corrientes, una para cada término. Por un lado, feministas como Ana Carcedo y Montserrat Cabañas defendieron el uso de “femicidio” diciendo que era un término homólogo a “homicidio” con la diferencia de que dejaba de lado la neutralidad de aquel al referirse exclusivamente a la muerte de mujeres como un resultado extremo de la violencia de género. Por otro lado, feministas como Julia Monárrez y Marcela Lagarde prefirieron hablar de “feminicidio” pues, tal y como lo concebían, no solo aludía al asesinato de mujeres sino que ponía énfasis en la misoginia y en la tolerancia del Estado.

Pasando ahora a la realidad concreta, vemos que el femicidio/feminicidio está conectado al machismo, el cual es un fenómeno cultural que desde siglos atrás ha estado presente en muchas sociedades, tanto de Occidente como de Oriente y siempre sustentado en parte sobre la mentalidad patriarcal y misógina a la que han tendido las grandes religiones. Véanse nada más estas citas que corroboran lo dicho: 1) ‹‹Los hombres tienen autoridad sobre las mujeres en virtud de la preferencia que Alá ha dado a unos más que a otros […] ¡Amonestad a aquellas de quienes temáis que se rebelen, dejadlas solas en el lecho, pegadles!›› (Corán/Islam), 2) ‹‹Habló Jehová a Moisés, diciendo: “Habla a los hijos de Israel y diles: La mujer, cuando conciba y dé luz a un varón, será inmunda 7 días…. Y si diera luz a una niña, será inmunda dos semanas”…›› (Antiguo Testamento/Cristianismo-Judaísmo). 3) ‹‹Las mujeres deben depender de los hombres de día y de noche y, si se apegan a los placeres sensibles, hay que mantenerlas bajo control. Su padre cuida de ella en la infancia, su marido cuida de ella en la juventud y sus hijos cuidan de ella en la vejez. Una mujer nunca es apta para la independencia›› (Código de Manu/Hinduismo). Visto lo anterior, no sorprende que, además de las múltiples muertes por adulterio (en el Antiguo Testamento y en el Corán, se ordena apedrear a la mujer adultera), dos de las principales causas de femicidio hayan sido el feticidio o infanticidio ocasionado porque se deseaba que nazca un varón y no una niña, o la muerte de mujeres a causa de golpes propinados por sus dominantes esposos.


El machismo ha alimentado por siglos el feminicidio, principalmente a través de lo que es el uxoricidio efectuado por razones de género. Sin embargo la mujer no ha resultado meramente víctima sino también algo culpable al asumir e interiorizar las creencias culturales de la sociedad machista. Y es que, como afirmaron Beatriz Leonardi y Claudia Bani: ‹‹en la medida en que los sistemas sociales logren hacer creer a los individuos que los modelos que se le presentan sobre la realidad son los “únicos posibles”, asegurarán su permanencia, porque confundir la realidad con el modelo es la base ideológica para la opresión.››

Finalmente, en todo el complejo fenómeno cultural e histórico que es el machismo, resulta claro que la mujer ha tenido parte de la culpa al interiorizar y asumir como propias las creencias machistas que le han conducido, o bien a la complicidad directa aprobando la opresión y la violencia (la violencia puede asumir formas sutiles, no necesariamente es violencia física) masculinas, o bien a la complicidad indirecta expresada en forma de indiferencia, apatía o simple falta de acción ante su condición. Debido a eso, en el ensayo El Feminicidio: origen y consecuencias, las investigadoras Beatriz Leonardi y Claudia Bani afirman que: ‹‹en la medida en que los sistemas sociales logren hacer creer a los individuos que los modelos que se le presentan sobre la realidad son los “únicos posibles”, asegurarán su permanencia, porque confundir la realidad con el modelo es la base ideológica para la opresión.››