jueves, 16 de enero de 2014

Tipos de homicidio: Suicidio y eutanasia




Aquí analizaremos los principales rasgos del suicidio y la eutanasia. Qué dicen los psicólogos del suicidio, qué muestran las estadísticas y qué condiciones psicológicas, psiquiátricas y neurológicas están tras el suicidio. Así mismo, revisaremos el amplio, complejo y aún vigente debate sobre la eutanasia.
El suicidio

Todos sabemos bien qué es el suicidio, pero un entendimiento más técnico nos lo da el sociólogo francés Émile Durkheim cuando define a un suicidio como: «todo caso de muerte que resulta directa o indirectamente de un acto positivo o negativo realizado por la víctima misma y que, según ella sabía, debía producir este resultado».


El sociólogo francés Émile Durkheim define que suicidio es: «todo caso de muerte que resulta directa o indirectamente de un acto positivo o negativo realizado por la víctima misma y que, según ella sabía, debía producir este resultado». Para él, el suicidio es un fenómeno individual que responde esencialmente a causas sociales, siendo un síntoma del conjunto de trastornos que afectan a la sociedad.

Para Durkheim el suicidio es un fenómeno individual que responde esencialmente a causas sociales, tesis esta cuyo planteamiento de fondo se repite en la obra de muchos teóricos diferentes. Y es que, contrariamente a como pudiese creer el hombre común que presume de su adecuada adaptación a la sociedad, Durkheim aclara que las sociedades pueden presentar síntomas patológicos, tales como la insuficiencia o el exceso en lo que es la integración de los individuos y la regulación de sus libertades. De ese modo, en una sociedad enferma existen ciertos sujetos que, por sus características psicológicas y por aspectos de su entorno cercano, tienden más que otros individuos a verse afectados por esas patologías del cuerpo social, pudiendo culminar aquello en el suicidio.

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Algunos planteamientos psicológicos sobre el suicidio

Muchos son los planteamientos que los psicólogos han emitido en torno al suicidio, al punto de que se podría hacer un libro entero sobre estos. No obstante, entre ellos se pueden anotar los siguientes:

Para Karen Horney, el suicidio está vinculado a las formas distorsionadas del desarrollo psicológico, las cuales nacen de trastornos provocados por la cultura (a través de la religión, la política, las figuras paternas en tanto transmisoras de lo establecido o lo opuesto a lo establecido, etc) en el desarrollo del niño, originándose así un “desarrollo neurótico” que tarde o temprano produce actitudes que inducen el proceso de la llamada «angustia básica». Previsiblemente, en casos extremos esa angustia puede llevar al suicidio puesto que es un sentimiento de “estar aislado y desvalido en un mundo potencialmente hostil”, teniendo entre sus consecuencias las siguientes: aislamiento emocional; destrucción de la autoconfianza; conflicto entre el deseo de confiar en los demás y la incapacidad para confiar en los demás; y constreñimiento en el neurótico, puesto que lo impulsa a invertir casi toda su energía en la recuperación de la tranquilidad perdida por la “angustia básica”.


La psicoanalista Karen Horney cree que los trastornos en el desarrollo psicológico pueden inducir lo que ella llama «angustia básica»: un sentimiento de “estar aislado y desvalido en un mundo potencialmente hostil”, teniendo entre sus consecuencias cosas como el aislamiento emocional, la destrucción de la autoconfianza y el conflicto entre el deseo de confiar en los demás y la incapacidad para hacerlo. Esta angustia puede llevar al sujeto a invertir toda su energía en la búsqueda de la tranquilidad perdida, ocasionando en casos extremos el acto del suicidio.

Según Karl Menninger, el suicidio tiene siempre tres componentes: 1) El deseo de matar, proveniente de impulsos cristalizados originados a partir de la agresividad primaria, b) El deseo de ser matado, proveniente de impulsos surgidos de una modificación (en la que básicamente intervienen los sentimientos de culpabilidad y el deseo de justicia expresado en forma de castigo) de la primitiva agresividad cristalizada y c) El deseo de morir, vinculado con motivos psicológicamente más sofisticados y manifestado frecuentemente en ansias de reposo y voluntad de escaparse o alejarse de los conflictos.

En la perspectiva de Herbert Hendin, en todo suicida se evidencian ciertas fantasías previas al acto del suicidio. Estas fantasías estarían vinculadas con la muerte y el acto de morir, aparecerían en períodos de crisis psicológica y conflicto emocional, y estarían ligadas a sistemas de fantasías inconscientes que contribuirían al acto del suicidio tomando forma de deseos como: a) el deseo de escape de la realidad, b) el deseo (la llamada “necesidad de castigo”) de castigo, originado en el sentimiento de culpa, c) el hostil deseo de venganza, d) el deseo erótico de “rendición masoquista”, o e) un esperanzado deseo de rescate


Para S. Sarieti y J. Bempordd, en ciertos casos el suicidio sería solo la culminación de una depresión originada por trastornos bioquímicos; pero, en la mayoría de casos, el suicidio representaría cosas como: un castigo autoimpuesto originado en el sentimiento de culpa, una forma simbólica de matar a otro en la figura de uno mismo, un alivio al sufrimiento, o el fin del vacío existencial propio de una vida sin sentido.

Sobre la posible significación del suicidio, S. Sarieti y J. Bempordd propusieron las siguientes posibilidades: 1) el suicidio representa un castigo buscado por los sentimientos de culpa, 2) el suicidio representa el alivio al sufrimiento, 3) el suicidio representa el fin de una vida sin sentido, 4) el suicidio representa, de manera simbólica, la muerte de otro que se presenta como dominante y opresor, 5) el suicidio no tiene sentido alguno y es solo el culmen de un trastorno bioquímico que provocó la crisis depresiva.

Uno de los planteamientos más recientes sobre el suicidio es el del profesor Thomas Joiner de la Universidad Estatal de Florida, quien ha dedicado varios años a investigar las razones del suicidio. Así, Joiner plantea que en todo suicidio hay dos condiciones: 1) la percepción de que se es una carga para los demás, y 2) el sentimiento de no pertenecer a nada. Joiner dice que ninguno de estas condiciones basta para provocar el suicidio, y que incluso juntos necesitan de un tercer elemento para volverse mortales: la habilidad adquirida de autoagresión. Dicha habilidad representaría, en quien la tiene, el haber aprendido a superar el instinto de autoconservación. Pero… ¿cómo se adquiere? Según los estudios de Joiner, esa habilidad se adquiere cuando uno se ha acostumbrado al dolor, al miedo y al peligro, pero sobre todo al dolor. Dice por eso: “En realidad su acto es cuestión de audacia. Una persona normal no puede hacerlo a no ser que venza su miedo a la muerte, y esa es la conducta que los suicidas aprenden”. Como se ve, el camino a perder el miedo a la muerte es el acostumbrarse al dolor, al miedo y al peligro. Por eso, tal y como señalan los estudios de Joiner, el suicidio es más abundante en grupos como los médicos (estos van en primer lugar), los atletas, las prostitutas o los anoréxicos, entre otros.

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Estadísticas y hechos concretos sobre el suicidio:
El 1,5% de los fallecimientos mundiales son suicidios
Aproximadamente cada 40 segundos, alguien se suicida
El 15% de las personas con depresión se suicidan
En términos globales los hombres se suicidan casi el doble que las mujeres (aunque las mujeres reportan más intentos de suicidios), aunque las diferencias no son tan acentuadas en países del Tercer Mundo e incluso en China hay más suicidios femeninos que masculinos.
De China provienen aproximadamente el 56% de los suicidios femeninos que se dan en el mundo.
El 30% de los suicidios mundiales vienen de China, aunque China no tiene la mayor tasa de suicidios.
Aproximadamente el 84% de los casos mundiales de suicidio se da en países de ingresos económicos bajos o medios, habiendo así una correlación entre suicidio y nivel de vida.
El suicida por lo general no es una persona joven (aproximadamente el 25% de los suicidios mundiales son de menores de 25 años), pese a que las tasas de suicidio entre jóvenes son más elevadas que antes.
La mayoría de suicidas están en el rango de 30 a 60 años.
Según las últimas (2011) estadísticas mundiales, los países con mayor tasa de suicidios son: Sur Corea, Hungría y Japón.
Junto a Hungría, los países bálticos (Estonia, Lituania y Letonia) son los que presentan mayores tasas de suicidio en Europa.
Durante las últimas cuatro décadas, en Europa Occidental la tasa de suicidio se ha elevado entre la gente joven.
El suicidio es muy poco frecuente en menores de 14 años
Los adolescentes son más propensos al suicidio que las adolescentes.
Los bebés que nacen con menor peso y talla tienden más a cometer (una vez que han crecido) suicidio.
Los hijos adoptados presentan mayor riesgo de suicidio que los no adoptados, más aún si los padres adoptivos son de distinta nacionalidad.
El estar casado es un factor que disminuye considerablemente la probabilidad de suicidio.

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¿Se suicidan más los hombres o las mujeres?

En cuanto al hecho de que haya más intentos de suicidios en mujeres que en hombres pero más suicidios consumados en hombres que en mujeres, tenemos que aquel viene principalmente dado por la tendencia mayor que la mujer presenta a sufrir depresión y trastornos relacionados, y por la diferencia de métodos empleados en los intentos de suicidio, siendo mucho más contundentes los métodos típicamente masculinos (dispararse, ahorcarse, saltar desde un lugar elevado, etc.) que los típicamente femeninos (sobredosis de pastillas de sueño u otros medicamentes, ingestión de veneno, incisiones con armas cortopunzantes, etc.).


Los hombres se suicidan mucho más que las mujeres pero las mujeres reportan muchos más intentos de suicidio. Según muestran los estudios, por una parte las mujeres intentan suicidarse más porque tienden más que el hombre a caer presas de la depresión y otros trastornos relacionados; pero, por otro lado, reportan menos suicidios consumados porque los métodos que eligen (sobredosis de medicamentos, envenenamiento, etc.) son menos agresivos y contundentes que los métodos de suicidio preferidos por los hombres, tales como dispararse, ahorcarse o saltar de lugares altos como puentes o edificios.

Además de la explicación dada y de ciertos datos proporcionados en el apartado anterior, sobre el suicidio y la cuestión del género cabría acotar lo siguiente:
Las mujeres cometen muchos más intentos de suicidio encaminados a llamar la atención, tal y como se ve en el típico caso de la chica que se corta las venas y se desmaya.
Según algunos expertos, la testosterona del hombre lo vuelve más resolutivo, lo cual sería un factor de propensión para que éste elija métodos más agresivos y contundentes que la mujer.
El hombre tiende más que la mujer a suicidarse por causas laborales y, en términos generales, por cuestiones relacionadas con logros exteriores. Esto es así debido a que, tanto por cuestiones culturales como por cuestiones psicológicas vinculadas a las diferencias conductuales surgidas de las particularidades del cerebro masculino, el hombre tiende a dar menos importancia a su vida afectiva e interior y a dar más importancia a los logros externos.

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Neuroquímica del suicida

Más allá de los aspectos psicosociales del suicidio, en la dinámica de este fenómeno existen ciertos patrones a nivel de la química cerebral del individuo. Estos patrones suelen variar de individuo a individuo y usualmente están vinculados al aspecto genético, haciendo así que la tendencia suicida sea algo potencialmente transferible a partir de los genes ligados a los aspectos neuroquímicos que hacen a un individuo propenso a desarrollar síntomas psiquiátricos vinculados a un mayor riesgo de suicidio, tales como la depresión y la esquizofrenia.


La serotonina es un neurotransmisor que está asociado a la ausencia de estrés y al bienestar emocional, entre otras cosas. Según la opinión de un experto: ‹‹Se han hallado niveles bajos de serotonina y metabolitos en el líquido cefalorraquídeo de pacientes suicidados, y además se ha establecido una relación directa entre los bajos niveles de serotonina con el escaso control de impulsos, la violencia y letalidad del acto suicida.››

Así, con respecto a un agente neuroquímico de vital importancia como es la serotonina (asociada a la ausencia de estrés y el bienestar emocional), en un texto de los Anales del Sistema Sanitario de Navarra, los psiquíatras E. García de Jalón y V. Peralta nos dicen que: ‹‹En varios estudios, se ha relacionado a las conductas suicidas con una disfunción del sistema serotoninérgico central que es independiente del diagnóstico psiquiátrico. Se han hallado niveles bajos de serotonina y metabolitos en el líquido cefalorraquídeo de pacientes suicidados, y además se ha establecido una relación directa entre los bajos niveles de serotonina con el escaso control de impulsos, la violencia y letalidad del acto suicida. Se piensa que aquellos factores que disminuyan la actividad serotoninérgica, pueden ser relevantes para la conducta suicida, como por ejemplo: factores genéticos (polimorfismos en el gen de la enzima Triptófano Hidroxilasa-TPH, polimorfismos del gen del receptor 5-HT2A36) o factores bioquímicos (bajos niveles de proteína trasportadora de serotonina (SERT), bajos niveles de proteína MAO en sangre, altos niveles de receptores 5-HT 1A y 5-HT 2A postsinápticos o bajos niveles de colesterol en sangre).››

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Condiciones psicológicas y psiquiátricas del suicida

Por último y en cuanto a los aspectos psiquiátricos y psicológicos del suicidio, se sabe que el suicidio y los comportamientos suicidas ocurren en personas que padecen una o más de las siguientes condiciones:
Depresión
Dependencia del alcohol y las drogas
Esquizofrenia
Trastorno bipolar
Trastorno límite de personalidad
Situaciones de vida problemáticas, sea a nivel financiero, de relaciones personales o de otros aspectos de la vida.
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La eutanasia


La eutanasia es un concepto polémico que ha sido formulado con ciertas variaciones en función de la postura que frente al hecho adopta quien lo define. Sin embargo, el concepto más difundido dice que la eutanasia es la: ‹‹acción u omisión, por parte del médico u otra persona, con la intención de provocar la muerte del paciente terminal o altamente dependiente, por compasión y para eliminarle todo dolor.››

La eutanasia es un concepto problemático y, en gran medida, el debate que existe sobre su moralidad/legalidad parte de lo que se entiende bajo la palabra “eutanasia”. Al respecto, la especialista en Filosofía del Derecho, Marina Gascón Abellán, expresó perfectamente la naturaleza del problema cuando, en su texto ¿De qué estamos hablando cuando hablamos de eutanasia?, ella afirmó que: ‹‹El concepto eutanasia adolece de una gran imprecisión; cada cual lo define a conveniencia. El resultado es devastador: el debate sobre la eutanasia deriva muchas veces en un galimatías, donde los que participan en él usan los mismos términos pero hablan de cosas diferentes. Los desacuerdos terminológicos dificultan, cuando no impiden, la discusión de fondo y por eso precisar los contornos del concepto aparece como una cuestión crucial›› Pueden no obstante, en virtud de su importancia, citarse los siguientes conceptos de eutanasia:

Organización Mundial de la Salud: la eutanasia es la ‹‹acción del médico que provoca deliberadamente la muerte del paciente››

Diccionario de la Real Academia Española: eutanasia es la ‹‹acción u omisión que, para evitar sufrimientos a los pacientes desahuciados, acelera su muerte con su consentimiento o sin él.››

Concepto predominante en el imaginario social y en el ámbito médico: eutanasia es la ‹‹acción u omisión, por parte del médico u otra persona, con la intención de provocar la muerte del paciente terminal o altamente dependiente, por compasión y para eliminarle todo dolor.›› (La Eutanasia: perspectiva ética, jurídica y médica, trabajo hecho por varios profesionales de distintas ramas vinculadas al problema).

Como se ve claramente, el nivel de detalle en el concepto va creciendo, pasando de ser una simple acción en el primer caso, hasta ser una acción benevolente y con el consentimiento del sujeto pasivo en el tercer caso. Si nos preguntamos entonces qué concepto debería tomarse, el sentido común nos diría que el tercero; pero, en vistas a que la decisión no parezca arbitraria, acudimos a las conclusiones de catedrática Marina Gascón Abellán, quien tras revisar diversos conceptos de eutanasia expresó que: ‹‹puede concluirse que bajo el término ‘eutanasia’ se comprenden aquellas acciones u omisiones (generalmente de carácter médico) que provocan la muerte de otra persona en atención a ella.››

Aclarado lo anterior, tenemos que la eutanasia puede dividirse en dos tipos: 1) la eutanasia activa, en la cual el médico recurre a inyecciones letales de determinadas sustancias, 2) la eutanasia pasiva, en la cual el médico deja de proporcionarle al paciente los elementos necesarios para su supervivencia.


Usualmente se confunde a la eutanasia con el suicidio asistido, aunque en realidad son diferentes. En el suicidio asistido, el médico tiene conocimiento de que el paciente quiere morir y, atendiendo a las peticiones de éste, le da los elementos (sustancias, recomendaciones de dosis, etc.) para que aquel acabe con su propia vida. En la eutanasia es el médico quien quita la vida, mientras que en el suicidio asistido es el enfermo quien se quita a sí mismo la vida.

Usualmente se confunde a la eutanasia con el suicidio asistido, aunque en realidad son diferentes. En el suicidio asistido, el médico (o, en términos más generales, el sujeto agente) tiene conocimiento de que el paciente quiere morir y, atendiendo a las peticiones de éste, le da los elementos (sustancias, junto a recomendaciones sobre las dosis que debe usar) para que aquel acabe con su propia vida. En otras palabras, en la eutanasia es el médico (o el sujeto agente del acto) quien quita la vida, mientras que en el suicidio asistido es el enfermo quien se quita a sí mismo la vida.

Yendo ahora al gran debate en torno a la eutanasia (hablamos solo de la eutanasia como se la entiende comúnmente: con el consentimiento del enfermo), tenemos que la raíz del problema radica en la interpretación de conceptos como «dignidad humana» y «libertad».

Por un lado, hay quienes argumentan que la vida de quien solicita la eutanasia ha perdido las condiciones necesarias para ser considerada “digna”. No se habla así de una dignidad ontológica (inherente a la condición humana y por ende inmutable), sino de una dignidad determinada por la naturaleza particular que posee la vida de un sujeto en virtud del conjunto de circunstancias que la definen.

Por el otro lado, los detractores de la posición anterior dan mucha más importancia a la dignidad ontológica, y arguyen que esa dignidad es irrenunciable y que acabar con la vida de alguien (aunque sea por compasión y con su consentimiento) violenta esa dignidad.

Pero más importante aún es el conflicto interpretativo que existe sobre el concepto de «libertad» y el conocidísimo “derecho a la vida”. Así, la Declaración Universal de Derechos Humanos determina que:‹‹Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona›› (Art. 3) y que ‹‹El derecho a la vida es inherente a la persona humana. Este derecho estará protegido por la ley. Nadie podrá ser privado de la vida arbitrariamente›› (Art. 6.1).


Hay dos derechos fundamentales en la dinámica del debate: el derecho a la libertad y el derecho a la vida. Los enemigos de la eutanasia dicen que el derecho a la vida es irrenunciable, y así ni el portador de ese derecho puede, amparándose en el derecho a la libertad, renunciar a su vida. Por ende plantean una hipotética obligación a permanecer con vida, olvidando que en el Derecho no existe una categoría jurídica como el ‹‹deber de vivir››, y que ‹‹libertad›› y ‹‹derecho›› son dos conceptos próximos pero antitéticos.

Existen por ende dos derechos fundamentales en la dinámica del debate: el derecho a la libertad y el derecho a la vida. Los enemigos de la eutanasia dicen que el derecho a la vida es irrenunciable, y que por ende ni siquiera el portador de ese derecho puede, amparándose en el derecho a la libertad, renunciar a su vida. Por consiguiente plantean una hipotética obligación a permanecer con vida, olvidando que en la teoría y práctica del Derecho no existe una categoría jurídica como el ‹‹deber de vivir››, que ‹‹libertad›› y ‹‹derecho›› son dos conceptos próximos pero antitéticos y que, en virtud de eso, lo que los Derechos Humanos postulan es el derecho a vivir, no la obligación de vivir. Porque además se da que el derecho es una facultad o potestad que la ley reconoce al individuo, y que solo comporta obligación para los otros individuos en tanto que forzados jurídicamente a respetar al titular o poseedor del derecho en cuestión.

Aclarado el panorama general del debate, cabría referir algunos de los argumentos y contra-argumentos que por décadas se han vertido en la discusión:

El argumento religioso: Este argumento postula que la vida es algo que pertenece a Dios y que el individuo no tiene derecho a decidir sobre cuándo acabar con su existencia. Muchos creyentes, sabiendo que la ley no introduce términos religiosos, han derivado de éste argumento el argumento de que la vida es un derecho inalienable al que ni siquiera el propio individuo puede renunciar. Como deja ver la realidad de las diversas jurisdicciones, la religión sigue influyendo mucho en las leyes y por eso la eutanasia es ilegal en casi todos los países del mundo. Volviendo al argumento religioso como tal, su esencia se entrevé en esta declaración del Concilio Vaticano II: ‹‹homicidios de cualquier clase, genocidios, aborto, eutanasia y el mismo suicidio deliberado […] todas estas prácticas y otras parecidas son en sí mismas infamantes, degradan la civilización humana, deshonran más a sus autores que a sus víctimas y son totalmente contrarias al honor debido al Creador››


Tanto católicos (arriba, el papa Benedicto XVI) como cristianos (evangélicos, mormones, adventistas, etc) en general se oponen a la eutanasia. El argumento que arguyen es que la vida es sagrada y solo le pertenece a Dios, por lo que la eutanasia, según ellos, comporta no solo desobedecer el mandamiento bíblico de “no matarás”, sino también el decidir sobre un bien (la vida) del cual solo Dios tiene derecho a decidir.

Argumento progresista sobre la libertad individual: Este argumento ya se expuso en sus aspectos más técnicos en lo que antes se habló sobre el debate en torno al derecho a la vida y al derecho a la libertad. Pero, además de eso, los defensores de este planteamiento arguyen que el argumento religioso no debería ser tomado en cuenta porque la religión no debería influir en las consideraciones legales, ya que vivimos en un mundo multicultural, con libertad de expresión y pluralidad ideológica; por lo cual, el dejar que las consideraciones provenientes de un credo influyan en lo legal, sería atentar contra el respeto que, en forma de imparcialidad, debe mostrar la ley hacia la diversidad de pensamiento.

Argumento sobre la imposibilidad de precisar las condiciones de la eutanasia: Este argumento dice que no es posible legalizar la eutanasia en forma tal que, las condiciones que precisen cuándo es legal y cuándo no, sean lo suficientemente claras como para evitar arbitrariedades y excesos.

Argumento sobre la posibilidad de precisar las condiciones de la eutanasia: Como indica su nombre, este argumento se opone al anterior, pero tiene no solo la fuerza abstracta de la argumentación sino la contundencia de los hechos, ya que Holanda (además de otros dos países) ha legalizado la eutanasia de forma tal que, las condiciones con que define cuándo es legal y cuándo no, han logrado evitar que se produzcan los excesos y arbitrariedades que temen los opositores de este planteamiento.

Argumento de la “pendiente resbaladiza”: Quienes sostienen esta idea piensan que permitir la eutanasia hará, a la larga y en virtud de un proceso de relativización moral en la mentalidad de la sociedad, que tras permitir la eutanasia se terminen permitiendo —por las mismas razones por las que se permitió la eutanasia— cosas como la eutanasia no voluntaria (que en realidad no debería llamarse “eutanasia”) o incluso la eugenesia.

Argumento de la insuficiencia lógica de la “pendiente resbaladiza”: Este argumento lo resume la filósofa australiana Helga Kuhse cuando afirma que: ‹‹No hay razón lógica por la cual las razones que justifican la eutanasia —la compasión y el respeto por la autonomía— tuvieran que justificar lógicamente también homicidios que no son ni compasivos, ni muestran respeto a la autonomía››

Visto el debate, otro punto importante es el de los países en que la eutanasia es legal:

Holanda: Este país se ha caracterizado durante décadas por ser un modelo a seguir en la defensa de las libertades individuales y en la adopción de una actitud progresista propia de una civilización occidental que, al menos en teoría (solo en teoría), ya ha abandonado las teocracias directas o indirectas. Siguiendo esa actitud, Holanda fue el primer país en legalizar la eutanasia, cosa que hizo el 4 de abril del 2002 al poner en vigor la ley según la cual: ‹‹no se podrá perseguir en los tribunales a los médicos que practiquen la eutanasia…Todas las demás formas de poner fin a la vida de un ser humano, aunque lo solicite éste, seguirán siendo punibles››

Bélgica: El 16 de mayo del 2002 se aprobó, siguiendo el ejemplo de Holanda, la “ley relativa a la eutanasia”, ley ésta que permite a los médicos realizar eutanasias, siempre y cuando sea con técnicas médicas y cumpliendo un conjunto de condiciones adicionales.

Uruguay: Aunque parezca insólito, desde 1934 en Uruguay la eutanasia es legal, solo que se dice que el primer país en legalizarla fue Holanda ya que, en el caso de Uruguay, no se usa el término “eutanasia” y la misma se aprueba indirectamente bajo otro concepto. Concretamente, en el caso uruguayo la aprobación de la eutanasia ha estado siempre camuflada en la aprobación del llamado “homicidio piadoso”. Dice así el artículo 37: ‹‹En Uruguay se contempla el homicidio piadoso, dando la facultad al juez de exonerar de la pena a aquel sujeto de antecedentes honorables, autor de un homicidio piadoso, efectuado por móviles de piedad, mediante súplicas reiteradas de la víctima››


La francesa Chantal Sébire (arriba, en ambas fotos) tenía 52 años y era madre de tres hijos. Su caso fue uno de los más polémicos; ya que, tras desarrollar una extraña forma de cáncer (arriba), ella hizo un llamado público al presidente Nicolás Sarkozy para que le conceda la eutanasia. Posteriormente, el 17 de marzo del 2008 solicitó a un tribunal el derecho a la eutanasia. Como se lo negaron, amaneció muerta dos días después, habiéndose suicidado con barbitúricos. Su muerte reabrió el debate sobre la legalización de la eutanasia en Francia. Y es que, como dijo el filósofo romano Séneca: “La muerte es un castigo para algunos, para otros un regalo, y para muchos un favor.”

Por último y a modo de cierre, cabría recordar, en vistas a una clarificación sobre la relatividad moral de la eutanasia, las siguientes palabras del filósofo romano Séneca: “La muerte es un castigo para algunos, para otros un regalo, y para muchos un favor.”

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